Ante la creciente ola de delincuencia e inseguridad que se vive en nuestro México, creo que sólo existe un gran responsable: el dinero. Sí, el dinero y lo que con ello se consigue -casi todo-, es el principal aliciente para que hoy en día, hagamos lo que sea para obtenerlo, incluso cometer delitos dentro y fuera de la ley.
Pero el verdadero problema para algunos, no es cómo ha crecido sino que ya los alcanzó.
Así es, como afirmó sabiamente un personaje importante de la vida política de nuestro país -actualmente desaparecido-: "la corrupción somos todos", y no pasa nada hasta que me afecta a mí o a mi familia. Si por ejemplo, soy un empresario -como pepe y toño- que, para acumular más ganancias de las que me corresponden, pago cada vez menos y reduzco las prestaciones a mis trabajadores ¿eso no es violentar ni corromper a México? Si soy un funcionario de gobierno que trabaja poco, cobra mucho y estorba más ¿tampoco eso es violentar y rezagar al país?
Pero ¿qué tal si me roban mi reloj Cartier o secuestran a mi hija? eso si es un motivo para movilizar no sólo a la policía sino al ejército también. Esto es México, desgraciadamente somos el país del descaro.
Qué fácil es culpar a todos los demás del nivel tan horroroso de peligrosidad que tenemos como nación. A la gente sin educación, sin cultura, pero ¿quiénes los mantienen así? La violencia intrafamiliar, la ignorancia, el rencor, el abandono de los hijos, es generada y alentada por los abusos sociales contra los más desprotegidos. Lo que pocos sabemos es que el dinero, sí, ese por el que lo damos o lo perdemos todo, pronto no va a comprar nada.
Podrás pagar una sirvienta, pero tu dinero no comprará su discreción, por lo tanto, sabrán donde robarte. Podrás pagar un guardaespaldas, pero no comprarás su fidelidad, por lo tanto, antes que protegerte usará tus puntos débiles a su favor. Podrás pagar un auto alemán o italiano de lujo, pero no comprarás tu trayecto seguro a casa, por lo tanto saliendo de tu residencia te ubicarán. Podrás pagar el mejor servicio bancario, pero no comprarás su secreto, por lo tanto la información de tus cuentas será útil para los asaltantes. Lo mismo le pasará al gobierno, podrá pagar cada vez más policías pero no comprará su lealtad, por lo tanto, la delincuencia organizada trabajará en conjunto con las autoridades que “nos protegen”. Podrá pagar funcionarios pero no comprará su eficacia, por lo tanto, seguiremos hundidos como país sin salir de la crisis nacional y global por los intereses individuales y partidistas.
Un día, todos no sólo los pobres, seremos tremendamente vulnerables los unos a los otros.
¿En quién podremos confiar entonces? Los ricos necesitan quien les sirva y los pobres necesitamos trabajo ¿Antes no era suficiente ser rico para ser respetado e intocable? Porque los ricos quieren que todos envidiemos y sepamos lo mucho que tienen pero no para que se los arrebate alguien más. Y si tienen que vivir sin lucir o usar el dinero para estar tranquilos, ¿qué caso tiene que abusen tanto? Qué bajo hemos caído en este país, que los ricos ya no pueden robar a gusto y ostentar su dinero sin levantar sospechas y tentaciones... ¡pobrecitos!
Por eso no conviene que como sociedad seamos corruptos, ni permitamos que las autoridades lo sean, porque muy pronto nos veremos envueltos en un caos como aquellos que generan los tsunamis o los huracanes después de azotar las costas. Así más o menos nos veremos: cuidando de los saqueadores por las noches nuestras casas inundadas y las pocas pertenencias que nos quedan, todas echadas a perder. No podremos dormitar ni un poco si queremos conservar lo que nos queda.
Los efectos pues de nuestra ambición desmedida, no sólo van a acabar con nuestro planeta, también terminaremos rompiendo el orden mundial de las sociedades. Comenzaremos otra vez a arrebatarnos lo que queramos sólo porque nos es posible, como si retrocediéramos en el camino evolutivo y volviéramos a ser simios.
Si hoy uno viola la ley y queda impune, el otro dirá: "a mí se me cometió una injusticia que nadie castigó, entonces yo también haré lo mismo". Como en un partido de fútbol, que al no poner orden el árbitro y no sancionar una falta evidente, después se cometen más agresiones los unos a los otros hasta desatarse la bronca. Y en lugar de reflexionar seriamente acerca de nuestros errores como sociedad, ciudad y gobierno, en los medios de comunicación se nos priva del derecho a la información, se censura la crítica, se nos miente con versiones fantasiosas de diversos crímenes, y por último, se nos lava el cerebro con los supuestos valores exaltados que tenemos, con ocasión del tan nombrado bicentenario. Se nos tacha de negativos y pesimistas a los que invitamos a pensar.
Cualquiera que vea los anuncios promocionales del bicentenario en otro país, creería que somos seres de otro planeta, pues creo que algunos extranjeros nos conocen mejor. Pero ¿¡Qué vamos a celebrar por el amor de Dios!?
Lo único que les queda por hacer a aquellos que roban, abusan y pisotean para obtener y acumular riquezas que no les corresponden, es entender que pronto ese "don dinero" por quien apuestan y arriesgan todo, los va a llevar a la ruina, porque ya no ejercerá más influencias ni dará más poder. A estas alturas, pronto llegará ese día en que el dinero ya no compre nada.
¿Cuándo llegará?