jueves, 17 de junio de 2010

EL ATROFIADO CUERPO DE JESÚS

Hace algunos años colaboré brevemente como voluntario en una casa hogar para niños con parálisis cerebral. No sabía nada acerca de la condición de estos chicos, pero estaba dispuesto a ayudar en lo que fuera. Por supuesto no estaba capacitado pero con la práctica y muchas ganas se aprende rápido, así que de pronto me encontraba dándoles de desayunar a estos ángeles. La tarea era intimidante: dar de comer en la boca de todos y cada uno de los mas de 15 o 16 criaturas que rondaban desde los 2 o 3 años hasta la preadolescencia. No hablan, solo emiten sonidos parecidos a gruñidos con los que tratan de comunicarse sin conseguirlo. Sus movimientos son torpes, involuntarios casi todos, sin control alguno. Se ve en su mirada la frustración que les causa que sus cuerpos no los obedezcan. La parálisis cerebral, como yo lo entiendo, es cuando la mente se encuentra sana pero por varias razones no se comunica bien con el cuerpo: su cuerpo no responde correctamente a las órdenes de su cabeza.


Recientemente celebramos la fiesta del Corpus Christi o Cuerpo de Cristo, centrada en la eucaristía; pero si habláramos del otro “cuerpo místico” no veo muchas razones por las cuales celebrar.

Desgraciadamente, hoy en día se supone que los cristianos de cualquier iglesia o grupo, deberíamos ser el “cuerpo de Cristo”, no como el de la Eucaristía aclaro, sino un gran y universal cuerpo viviente con el que Jesús pueda seguir actuando en este mundo de aquí hasta que toda la creación lo conozca y se deje salvar por él. En vez de eso, hemos cometido un sin fin de ultrajes y barbaridades, haciendo mal uso de este cuerpo de Cristo formado por los que aseguramos hemos sido tocados por él.

Algunas “manos” de éste cuerpo no sólo no han ayudado ni dado de comer sino que, lo mismo roban que secuestran y matan. Otras no comparten bienes materiales (mucho menos espirituales) a los que lo necesitan. En cambio, esas manos se han abierto para aceptar pagos por “dar” la buena nueva. Manos que bendicen a cambio de placeres, dinero, poder.

Muchas “bocas” en vez de hablar con la verdad son cómplices de los anteriores ultrajes e injusticias, mienten, maldicen y alaban glorificando al mismo tiempo a Dios. Tergiversan a voluntad las palabras que Jesús pronunció de manera que, hábilmente encuentran justificación a todas fechorías.

Muchos “pies” han pisoteado (valga la redundancia) los derechos de los débiles, dejándolos vulnerables y sin esperanza; hermanos en desgracia son diariamente pateados como basura. Los pies de éste cuerpo ya no se arrodillan a curar heridas o levantar moribundos, mucho menos para orar por ellos.

¡Y de las partes pudendas... ni hablar! ¡Esas partes “nobles” de las que hablaba San Pablo que había que cuidar y proteger, se han convertido ahora en la parte más exhibida de todo el cuerpo, y sin duda la más mancillada! Como el cuerpo de un pervertido exhibicionista al que no le importa mostrar de manera descarada dicho miembro, manchando y abusando además de otros “miembros” inocentes.

Los “oídos y ojos” de este cuerpo hace mucho que son sordos y ciegos a la denuncia, a la justicia, a la verdad. No ven ni oyen pero creen ver y oír “ataques”, “injurias”, infamias”, puras mentirasy según ellos. Prefieren vivir en la más asquerosa mentira. Si tan sólo conocieran la verdad. Pero la temen. La temen como la oscuridad a la luz. Como el silencio al sonido. Ninguno de éstos sentidos le sirve a este atrofiado cuerpo para corregirse, para ponerse de pie y seguir el camino. Este cuerpo tiene parálisis cerebral, porque la cabeza está sana: ¡Jesucristo es la cabeza, es nuestra cabeza! Somos nosotros los que no le obedecemos. La mano se cree más inteligente que la cabeza por eso actúa de propia fe haciendo justicia propia. Los pies no confían en las órdenes de la cabeza por eso se niegan a caminar, tomando su propio camino y echándose después al suelo como una mula terca. El oído y el ojo creen ver y oír la verdad que sólo ellos pueden captar, no se fían de los “delirios” de una cabeza... después de todo, ¿qué puede saber una cabeza acerca del manejo de un cuerpo verdad?.

Mientras nosotros no acatemos las órdenes y los impulsos de nuestra cabeza Jesús seguiremos sin control, sin guía alguna. Seremos un cuerpo con movimientos grotescos y torpes que, no sólo no actúan como lo haría Jesús sino que, sin duda seguiremos dañando a otros con nuestros impulsos independientes pero letales.

Por cierto, los rostros de los niños con parálisis cerebral siempre estaban sonrientes... a pesar de que su cuerpo no les respondiera.

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