lunes, 21 de junio de 2010
UNA DECISIÓN INTELIGENTE
Jesús en la lectura del evangelio del pasado sábado (Mateo. 6,19-23 ), nos invita a ser inteligentes, a emplear nuestro tiempo y habilidades de la mejor manera, ¿cómo?
No acumulando bienes materiales.
Suena algo contradictorio que en el Padre Nuestro, recitemos siempre que Dios nos dé hoy nuestro pan de cada día, y que todo el tiempo estemos ocupados o preocupados por vivir lo más asegurados y cómodos posible.
¿Dónde queda entonces esa confianza en que Dios proveerá? ¿Será que no me conviene lo que mi Padre está dispuesto a proveerme? Es decir, lo necesario para un día.
Recuerdo que cuando niño, tuve muchos hámsters como mascotas, pero recuerdo uno en especial, son muy listos y un día me dio una lección que apenas hace poco entendí.
El instinto de estos animales, así como el nuestro, les inclina hacia la búsqueda de su supervivencia. Cuando un hámster se encuentra con muchas semillas, tiende a guardar las que le quepan en las "bolsas" internas de su boca, así es que al llenarlas se tienen un aspecto muy gracioso, aunque para ellos acumular la comida es un asunto muy serio.
Sucede que un día le di demasiadas semillas a este hámster y, obedeciendo a su instinto, se rellenó hasta donde pudo la boca. Pero lo interesante vino después de que le abrí la puerta de la jaula para que saliera, pues en ese momento sin pensarlo dos veces trató de escapar, pero el gran volumen de su cabeza le impidió salir. No cabía por tantas semillas que aseguró dentro de su boca. Tuvo entonces que tomar una decisión, tener bastante comida para varios días o ser libre, porque no eran posibles las dos. Pero como dije, son animales muy listos y creo que decidió lo mejor, abandonó todas las semillas de su boca y prefirió ser libre... ya se preocuparía después por lo que comería el día de mañana.
A esto nos llama Jesús, a escoger bien nuestras prioridades y no desperdiciar nuestro tiempo buscando acomodarnos nosotros y nuestros bienes en un lugar en el que a final de cuentas no nos vamos a quedar. Nos invita a no distraernos en nosotros mismos y buscar una mejor inversión para luchar por un lugar en el cielo, donde nuestra permanencia será eterna. Una inversión segura, sin riesgos y con los más altos rendimientos, sin duda, es poner nuestro corazón –y bienes- en amar y ayudar a nuestros hermanos más necesitados. Con eso evitamos acumular y así aprendemos a confiar.
“No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder, y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza ahí estará también tu corazón.” Mateo 6,19-23.
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