¿Alguna vez te has resistido a esta tentadora palabra? ¿Te haz atrevido a rechazar algo que en verdad es gratis?
Ya sea en el súper, en el mercado o en el tianguis, hemos disfrutado en alguna ocasión de algo que gratis se nos ha ofrecido con un propósito. Quizá algo como un vasito de jugo, un trozo de pan dulce, un rollito de jamón, un cuadrito de queso, o hasta una pieza de sushi -como las que yo disfruto-.
Después de probar el producto, si compras o no, ya es tu decisión, pero por lo pronto la muestra fue totalmente gratis. Sin compromiso.
Pero han habido ocasiones en las que me han engañado con esta misma estrategia. Una vez alguien me prometió un regalo gratis si escuchaba un mensaje. Un muchacho de quizá unos 19 años, dio un aviso al final de la misa, diciendo que traía un interesante mensaje y un regalo para todos aquellos que le escucháramos y estuviéramos interesados en mejorar como personas, yo por supuesto esperé para recibir dicho mensaje pues me reconozco más que imperfecto. No fue por el regalo, pues era nada más un póster de Jesús.
Mi sorpresa vino cuando después del corto mensaje sin Dios como fondo, nos dijo que iba en nombre de una casa hogar, que estaba vendiendo un paquete de tres Biblias y dos CDS, por un total de $4400 pesos, en pagos de $200 por 22 quincenas. Además de que me pareció caro e inalcanzable, fue un engaño pues abusó de la intención de la gente de recibir una buena noticia, prometió póster para todos los que lo oyeran y sólo regaló dos.
Por eso Jesús insistía tanto en que el evangelio había de llevarse a todas partes y debía ser gratis, así sólo quien estuviera dispuesto a ir y dar gratis el mensaje, lo haría.
Pero ¿Por qué es tan importante que el evangelio se lleve a todas partes? Pues porque la gente que más necesita de una verdadera Buena Noticia, quizá está alejada y no va a misa por alguna razón. Por eso, queda fuera del alcance del mensaje de Jesús. Y ¿Por qué es tan importante dar el mensaje gratis? Porque sólo quien ama como Cristo -que dio todo gratis- es capaz de regalar su tiempo y/o su dinero en el nombre de Dios.
¡Qué triste cuando la gente antes o después de hablar de Dios, pide dinero a cambio! Por la razón que sea y de la manera que sea. Yo creo que las personas que no han de hacerlo gratis, no deberían hacerlo entonces. A ellos acuden a escucharlos sólo quienes tengan o quieran pagar por oírlos, y los que no, a la hora de pagar, se sienten defraudados pues no sabían que la buena nueva tenía costo. ¡Cuántas personas escucharían el evangelio si todos lo anunciáramos gratis! Pocos o nadie se resistirían a la Buena Noticia.
Muchos cometemos el error de creer que si nosotros no hablamos en nombre de Dios, nadie más lo hará. ¡Gran mentira! No sólo hay muchos por ahí hablando y actuando en el nombre de Dios, sino que además lo hacen gratis, a diario y mejor. Si yo no tengo tiempo o no puedo abandonar mi trabajo para hacerlo, pues entonces lo hago cuando y como pueda, pero vivir de eso, no habla bien de mí y menos de Dios. Le digo a la gente que me dedico a Dios, pero por que a mí es a quien me trae un beneficio económico, no a Dios.
¡Qué fácil es dedicarse a esto! No necesito estudios con valor curricular, no hay límite de edad, no se necesita tesis ni cédula profesional, no hay patrón, no pago impuestos, nadie me dice cuánto cobrar, me tratan como rey , salgo de vacaciones con gastos pagados, entre otras prestaciones. Además, con el pretexto de que hablo de Dios, apelo al buen corazón de los oyentes para que me aporten dinero "voluntariamente" -a manera de ofrenda, claro- según el estrato social al que pertenezca la comunidad.
No llevo el mensaje de casa en casa como debe ser, porque ahí la gente no me da dinero por tocar su puerta y pierdo tiempo que no recupero. Por eso, apuesto mejor a las convenciones, cursos, formaciones, festivales, seminarios, congresos, etc. Ahí puedo determinar con toda libertad, cuánto quiero cobrar y anticipo a la gente que si asiste a oír de Dios por mi boca, deberá pagar. Y si necesita la solución a sus problemas, si necesita un milagro o una señal, si quiere conocer o saber más de Dios, si necesita saber la verdad...¡entonces que pague!. Lamentablemente muchas personas se valen de Dios como fuente de ingresos.
¿Qué beneficios trae a mi vida dar algo gratis a alguien? En moneda, ninguno, pero sí en otros aspectos. Dar gratis me disciplina para ser generoso cuando no "me nace" desprenderme de nada, porque nadie dice que me debe “gustar” ser generoso, prácticamente es mi deber como cristiano. Dar gratis me hace menos egoísta y con ello mis relaciones personales mejoran. Dar gratis evita que mi labor se convierta en una simple transacción, un negocio en donde se paga por algo y se recibe algo a cambio. Dar gratis me hace grato ante Dios pues me ocupo de mis hermanos. Dar gratis me ayuda a mantenerme honesto y fiel al evangelio porque no necesito “maquillarlo” para que la gente quede complacida y me “paguen” mejor. ¿Haz dado algo gratis? ¿Qué sentiste?
Un día un amigo creía que dar gratis era sólo ayudar en asilos, hospitales, orfanatos, cárceles, etc. Y en cierta forma sí, pero si no hay tantos recursos o tiempo, se pueden hacer otras cosas más. Mi amigo me dijo: ¿qué tanto puedo ayudar? Sólo traigo en el bolsillo $6 pesos. Le dije que con eso podía pagarle a una persona el pasaje de su transporte público.
Para compartir hay muchas formas que cotidianamente podemos practicar, por ejemplo: si hace mucho calor, puedo preparar un garrafón de agua fresca y ofrecer al que pase un vaso de agua totalmente gratis, aunque quien la acepte tenga dinero para pagarla. También puedo llevar a mi trabajo más comida de lo normal para compartir a quien se le antoje, en fin, la intención de dar gratis no debe responder más que al gusto por compartir con otros lo que Dios me ha dado gratis a mí, sin importar nada más.
Dar gratis de lo que tengo, es más sencillo de lo que parece, sólo hay que ser creativo para que con pequeñas o grandes muestras como las que degustamos en el súper, demos a conocer a los demás, lo grandioso que es Dios y lo que fue capaz de hacer en mi vida con una deliciosa muestra gratuita.
Yo pensaba que las labores de generosidad, altruismo y caridad, se realizaban sólo por grupos o brigadas, organizados en lugares específicos y con una logística, pero no es así, se puede ser generoso en todas partes y de manera individual, aunque lo ideal es que quienes vayan, sean uno, dos o más, vayan con la disposición de hablar, de actuar y de dar gratis en el nombre de Dios.
Este es el verdadero valor de lo que es gratis.
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