miércoles, 22 de septiembre de 2010

LA TIENDITA

Últimamente me ha llamado la atención una nueva estrategia en la atención a clientes en diversos establecimientos que prestan servicios o venden algún producto. Conocidas comúnmente como “tienditas”.
Y es que me he encontrado con letreros que rezan lo siguiente:

“Si el cajero no le entrega el ticket, su compra es gratis”, o

“Si no recibe su ticket, repórtelo a la gerencia”, o

“Si no le atienden como se debe, repórtelo al tel: ...”

“¿Malos tratos? Denúncielo al tel: ...”

incluso uno sobre autos o camionetas empresariales que dicen:

“¿Qué tal manejo?” “Reporte Descortesías de tránsito al tel: ...”

Sin duda obedecen a una problemática específica: los abusos de autoridad o malos usos por parte de los empleados o encargados de un negocio o empresa. Son muchas las formas en que estos últimos sacan provecho de manera ilegal de una empresa o institución que los emplea, robando el dinero de las cajas, sustrayendo productos, alterando precios, maltratando herramientas, etc. Todos ellos son asalariados.

El encargado, gerente o quien esté a cargo, es el que debe dar la cara, porque es la cabeza de dicha empresa, negocio, organización o institución.

Así que, si hay irregularidades económicas, por ejemplo, es el encargado quien tiene que responder, resolver y aclarar dicha situación. ¿Porqué? Pues porque si no lo hace, quien queda como un ladrón será él. Además será uno de los principales perjudicados, verá su ganancia y su imagen mermada a corto o largo plazo.

Ojalá en todas nuestras instituciones se aplicara ésta “Filosofía de Tiendita”. Por ejemplo, en todas las iglesias y asociaciones religiosas.

Muchos de los recientes problemas por los que atraviesa la iglesia católica en concreto, se hubieran prevenido y evitado si en los templos, por ejemplo, en el asunto de los abusos sexuales por parte de sacerdotes a niños, se hubiese aplicado lo anterior. Imagina un letrero en las puertas de los templos que dijera:

“¿El sacerdote de este templo ha incurrido en alguna falta a la moral? Repórtelo con el obispo de su localidad.”

“¿Tiene duda de cómo se gasta su limosna? Consúltelo en la página web de su parroquia.

“ Sus comentarios nos interesan, por favor escríbanos a:”

Es cierto, sería algo radical y caeríamos casi en el fariseísmo. Bastaría conque las autoridades eclesiásticas escucharan, previnieran y dieran solución a éstas cuestiones en cuanto sucedan, a la primer señal y no cuando el problema ya se ha vuelto un escándalo universal. ¿Dónde están nuestros “gerentes”, esos que velan por los derechos de los “consumidores” como en las tienditas? ¿Dónde está el “encargado” que salga a dar la cara por la institución y no sólo ofrezca disculpas –a veces falsas y obligadas- sino también dé solución y aplique la justicia de la que Jesús tanto habló?

Como iglesia: ¿estamos dando la cara y haciéndonos responsables por éste tipo de abusos?

No me explico porqué habiendo tantos testigos de dichos abusos y crímenes, no se hizo nada. Estoy seguro que hubo quienes no estuvieron de acuerdo e hicieron lo posible por denunciarlo, por parar esas injusticias, pero no se los permitieron, tal vez amenazados o intimidados. Otros quizá fueron cobardes y no quisieron perder sus privilegios.

Si eres testigo de dichos abusos y no lo denuncias, eres cómplice. Decir la verdad no es “atacar” a la iglesia, aunque sea igual de doloroso que un ataque. Necesitamos ser profetas, vigilar y cumplir la ley no sólo la de los hombres sino la de Dios.

Y no sólo hablo de la iglesia jerárquica, sino de los que nos hacemos llamar evangelizadores, ministros de la comunión, catequistas, religiosos, predicadores, etc.

En nuestros propios grupos o comunidades hemos hecho quedar mal a nuestro fundador: Cristo. Somos como los discípulos cuando querían decidir quién se acercara al maestro (Mc. 10, 14) y quien no. O como los que quisieron hacer llover fuego contra aquellos que no recibieron a Jesús (Lc. 9, 54).

Damos anti-testimonio, y manchamos poco a poco su reputación logrando que nadie quiera acercarse a la iglesia.

Sin duda, habrá que hacer una revisión exhaustiva del porqué se están perpetrando éstos y muchos otros abusos y reestructurar lo que haya que reestructurar, pero por lo pronto, alguien tiene que dar la cara y defender a tantas víctimas que han sido abusados por simples “empleados” que no representan ni el espíritu ni la esencia verdaderas de su fundador.

Ése es el papel de todos y cada unos de los líderes, ya sea obispos, sacerdotes, coordinadores, “madres y padres superiores”, etc.

Porque, estamos alejando a las ovejas del corral y ¿sabes qué? ¡NO SON NUESTRAS!

Son de Jesucristo y, no me gustaría que llegara a nuestra “tiendita” y se diera cuenta de que hemos estado haciendo mal uso de nuestro puesto, de nuestro ministerio. A final de cuentas, Jesús dará la cara y reparará el daño que nosotros hicimos al “cliente” y les ofrecerá todas las garantías. Nosotros, por otro lado, no nos salvaremos de un buen regaño como los que dirigió en su momento a los fariseos y sacerdotes de su tiempo.

Así que, apliquémonos y atendamos bien nuestra “tiendita”, porque algún día tendremos que entregarla y dar cuentas al verdadero dueño.

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