lunes, 26 de julio de 2010

¿PARA QUIÉN TRABAJO?


Muchas de las personas que decimos conocer a Jesús, lo hicimos después de tener un encuentro personal con Él, de hecho, este se ha convertido en un término para identificar a quienes dentro de una experiencia reflexiva de un fin de semana -quizá más días-, conocimos "la verdad". O al menos eso creímos.
Yo creo que un "retiro espiritual", "encuentro con Cristo", "campamento", "jornada" "encierro" o como se le quiera llamar a dicha experiencia, debe tener un sólo objetivo: Liberar.

Pero sólo podremos liberar a la gente, cuando en realidad la queramos ver libre.

Gritar "Jesús" y lanzar consignas con todas tus fuerzas durante horas, no libera.

Rezarle, cantarle y bailarle a Jesús todo el día, no libera.

Debatir acerca de Jesús en todo momento, no libera.

Oír temas de Jesús al cabo de dos o tres días, no libera.

Llevar toda la vida escribiendo documentos, libros y tratados acerca de Jesús, no libera. Hablar de Jesús por todo el mundo, tampoco libera.

¿Qué es entonces lo que realmente libera? Dos cosas: vivir como lo hacía Jesús, y tratar a los demás como lo hacía Jesús.

Yo definiría a dichos "retiros" como: "La comprensión de aquello que durante todos los domingos de tu vida no entendiste". Creo que eso es lo que deberían ser, y algunos sí lo logran. El compromiso entonces, de servir en estos retiros con Jesús como fin, es enorme, nos brinda una autoridad liberadora -o condenadora- desde el momento en que la gente asiste.

¿Por qué? Porque ellos reconocen que buscan algo y también confían en que nosotros se los podemos mostrar. Un tipo de fe ciega, digamos.

Y esa autoridad o capacidad, es un gran poder que bien puede ser una herramienta o convertirse en un arma. A Jesús nunca le gustaron las armas ni la violencia, a sí que, ver a la evangelización como una guerra, ya es un mal comienzo. Y en los retiros, así como en la vida, en las películas, los libros o las telenovelas, nos encantan los antagonistas. Los malos contra los buenos.

Si tú ya viviste una experiencia de estas, ¿quién te dijeron que era el malo? A mí en un principio me dijeron que era yo. Y que estaba en todo momento asesorado por alguien peor, sí... Satanás. Yo estaba confundido y vulnerable en aquel momento y en verdad necesitaba que alguien me liberara.

Pero ¿De qué hay que liberar a la gente dentro de los retiros? De sentirse castigados por Dios, de la discriminación y opresión de otros, de creer que son "poca cosa" o tan malos como para que Dios los ame y perdone por sus errores, de sentirse desafortunados y solos, de creer que para acercarse a Dios hay que ser puro, etc.

¿Y de qué hay que sensibilizarlos antes de salir de los retiros? Del gran amor que Dios les tiene, de que existen personas aún más necesitadas, que hay problemas más graves que los suyos, que hay que amar y ayudar a los demás, que debemos perdonar y no juzgar y que aquel que nos liberó: Jesús, nos invita a hacer lo mismo con otros. Ser conscientes y aceptar que al salir liberados, tenemos el privilegio y el compromiso de hacer el mejor uso de nuestra libertad, liberando a otros.

Cuando se tiene la intención de servir en uno de estos retiros, no se requiere de mucho, pues una labor de servicio arduo y desinteresado no suele ser muy codiciada en las comunidades, aunque no en todas.

Una vez dentro, ya dispuesto a servir en uno de estos encierros, a mí me hicieron creer que necesitaba un postgrado en pedagogía, otro en psicología, una licenciatura en teología, y casi casi saber exorcizar –exagero un poco-. Cuando lo único que de verdad necesitaba, era la intención de liberar... como lo hacía Jesús.

Pero en mi retiro y en muchos otros, la gente sale con más cadenas que con las que entró, lo peor es que lucen tan felices y muy dispuestos, pero con la consigna mental y sentimental de encadenar a los que vengan como en un par de días hicieron con ellos.

Miles de restricciones para comulgar o para que Jesús perdone nuestros pecados, cuando en el evangelio no se negaba a nadie y perdonaba tan fácil. Miles de cosas que dicen son malas para Jesús y lo hacen llorar, pero que no se pueden sostener o justificar con los evangelios. Por ejemplo: Harry Potter. Sí, un hechicero bueno y que ni siquiera existe, muchas autoridades religiosas prohíben leer sus libros o ver sus películas porque alegan que "la brujería es del diablo". Ahora resulta que hemos de creer solamente en las fantasías literarias de la Biblia, como Adán y Eva, el santo Job, etc.

Es verdad, Satanás está al acecho, pero él no es el principal enemigo a vencer en los retiros y en la vida diaria, sino yo. Yo, porque soy el responsable de imponer pesadas cargas, maltratar psicológicamente para que la gente se "convierta", juzgarlos e inventarles pecados, hacerlos sentir sucios e inmorales, crear restricciones o rituales para creerse salvados, etc. Por eso en ocasiones estas experiencias no rinden los frutos esperados, porque al salir tanto adultos, jóvenes e incluso niños, sí llegan a liberarse, pero de nosotros.

Satanás no es omnipotente, es por eso que optimiza sus esfuerzos y recursos de la manera más conveniente. ¿Sabes dónde trabaja mejor y sin tanto esfuerzo? En las "cosas de Dios". Sí, porque donde hay discípulos reunidos y se habla de Jesús, generalmente hay disputas de poder, envidias, soberbia, juicios, burocracia, tradiciones y costumbres inútiles, rangos, discriminación, necedad, ah y además traición.

Las comunidades, instituciones y grupos, son por ello un "caldo de cultivo" ideal para que el demonio crezca, se reproduzca y domine con facilidad, con un poco o mucho de nuestra ayuda.

Tal vez por eso el 90 % de las enseñanzas de Jesús en el evangelio, son dedicadas a nosotros los que andamos tras Él para seguirlo, porque somos los que más errores cometemos. Y lo peor es que lo hacemos en su nombre. El otro 10 % de las enseñanzas son para reconfortar a los pobres a quienes les hacemos creer que nosotros somos los buenos y ellos son los pecadores.

Tú, que tienes la intención de que los demás conozcan a Jesús por medio de estas experiencias... ¿Para quién trabajas?

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