Cuando estaba en la universidad, al terminar la carrera de diseño gráfico, mis compañeros y yo estábamos emocionados y a la vez asustados por ingresar ahora sí como licenciados al mercado laboral. Me llamó la atención que varios de mis compañeros apenas salieron, solicitaron plazas como maestros en la misma escuela y en otras.
El perfil de éstos compañeros tenía varios patrones que se repetían: eran compañeros estudiosos, muy teóricos, sacaban las mejores calificaciones en materias teóricas pero su rendimiento no era el mismo en prácticas y trabajos de campo, y no eran buenos trabajando en equipos.
Y lo comprobé porque yo estuve con ellos por varios años en la misma aula, y con los mismos maestros.
Entonces pensé: estos compañeros míos, ya empezaron a trabajar de maestros enseñando teorías o materias que nunca tuvieron la oportunidad de comprobar o practicar por sí mismos, pues nunca se integraron al mercado laboral para desarrollar su propia experiencia.
¿Qué clase de enseñanza puedes transmitir si nunca practicaste lo que a ti te enseñaron? ¿Qué tal si lo que te enseñó tu maestro es algo mediocre o está mal? ¿Qué tal si el maestro que a ti te enseñó también tuvo un maestro que tampoco puso en práctica su oficio y sus conocimientos? Y lo peor es que quizá todos los maestros anteriores cometieron el mismo error y se estén transmitiendo de generación en generación sólo datos (correctos en el mejor de los casos) ¿Qué trae como resultado que los maestros no practican o ejercen? Su nivel de enseñanza es mediocre en el mejor de los casos. Esta escuela y otras, sin duda sacrificaron el valor y la educación de sus próximos egresados, todo por contratar a gente que no sabe trabajar.
Este es el verdadero valor de practicar lo que se enseña, preparar y capacitar a los alumnos para enfrentar lo que en realidad hay afuera, no lo que los maestros sin experiencia creen que hay afuera. Y en todos los ámbitos educativos pasa lo mismo, sin embargo para mí el más preocupante ahora es en el campo de la evangelización.
Desgraciadamente tanto en parroquias, grupos o comunidades cristianas hay quienes se preocupan demasiado por convertirse en maestros antes de haber completado su “discipulado” o sea, haber sido alumnos practicantes de Jesús.
Y es que, no basta con estudiar la Biblia si no has logrado comprender los evangelios. Y si no conoces los evangelios y no los experimentas, no hay modo de que conozcas a Jesús. Nadie que no practique el evangelio al modo de Jesús puede ser su alumno, mucho menos un maestro.
No basta con aprender otras lenguas -sobre todo las lenguas muertas- si antes no has hablado el idioma de Jesús con una lengua viva, ardiente y encendida por el Espíritu Santo. Una lengua que trasmita y haga sentir a Jesús en tu mismo idioma y en tu propia tierra.
¿Para qué entonces estudiar tanto? Los discípulos sólo tuvieron una capacitación de 3 años. Poner en práctica las enseñanzas de Jesús no requiere tanto tiempo de estudio, la principal riqueza de sus enseñanzas se descubren cuando pones en práctica esos 3 años de enseñanzas contenidos en los evangelios.
Ahora que, si tú eres de aquellos que, quieren alcanzar a Dios o llegar a su altura “devorando” datos - muchos de ellos rebuscados por personas que tampoco conocen a Jesús-, creo que pierdes tu tiempo. Jesús quiere encontrar a sus siervos TRABAJANDO, no sólo estudiando y memorizando.
Trabajando es como aprendes verdaderamente a hacer las cosas. Otros aprenden sólo para poner a trabajar a otros, esos llamados “líderes” modernos que se limitan –como buenos fariseos- a imponer cargas a otros, cuando ellos ni siquiera agarran una escoba.
Cuando repites enseñanzas que otros tampoco han practicado, si sus “teorías” y las tuyas nunca han sido comprobadas, pudieran estar equivocadas y pudieras estar liderando a otros a la confusión de la oscuridad, hacia un pozo.
Muchos “líderes” se dejan deslumbrar por los placeres de mandar y ser un maestro: Fama, aceptación, privilegios -dentro y fuera de comunidades e iglesia-, dinero, viajes y recorridos turísticos todo pagado, etc.
Jesús nos advierte un sin número de veces en los evangelios, acerca de éstas trampas que ya todos conocemos. Por eso la importancia de conocer los evangelios y vivirlos más que sentarse exclusivamente en un salón y memorizar citas bíblicas. No son pocos los que han caído en estas tentaciones en todos los niveles, desde los más altos jerarcas en la iglesia hasta un simple coordinador de algún pequeño grupo parroquial.
Queremos ganarnos el respeto de la gente por medio de títulos, viajes y diplomas en vez de ser “los últimos para así ser los primeros”.
Claro que no es nada glamoroso “lavar los pies de otros”, pero ese es el liderazgo que Jesús pide, el que Él mismo llevó a cabo, el que debe estar presente en nuestra iglesia, órdenes religiosas, parroquias, coros, grupos, etc. Otro tipo de liderazgo fuera del servicio desinteresado y sin fines de lucro, es un “liderazgo del mundo”, sí, ese que da a ganar dinero y comodidades deslumbrando y poniendo a trabajar a otros haciendo lo que a ti también te corresponde.
Nos gustaría que, de otros lugares o países nos llamaran a predicar valientes gracias a los estudios que hemos acumulado y no tanto por nuestra habilidad para ser los últimos y vivir de manera similar a Jesús.
Y sin embargo, la Palabra de Dios sólo tiene efecto en aquellos que la viven completa, sólo así se transmite eficazmente. No sólo en el que únicamente predica, sino en el que además asiste, en el que acompaña, en el que denuncia, en el que sana, en el que ora, el que comparte, etc.
La verdadera sabiduría divina que tantos buscan y quieren coleccionar como estampas de un álbum, ha de ser revelada sólo a los sencillos que la quieren poner a trabajar, no será revelada o entendida por quienes esperan alcanzar a Dios parados sobre una pila de libros.
Ya hay demasiados predicadores o supuestos “líderes” que se quieren hacer pasar por verdaderos discípulos de Jesús. Se necesitan mas aprendices sencillos que trabajemos para construir la obra de Jesús; que vivamos con Él, que hagamos lo que Él, que digamos lo que Él: que seamos como Él.
Cuando inviertes demasiado tiempo en estudiar, es porque no estás evangelizando lo suficiente. Si estudias un idioma nuevo para evangelizar ¿será porque ya evangelizaste lo suficiente en tu lengua materna?
¿Tú qué quieres ser: un maestro sin práctica o un alumno practicante?...
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