martes, 11 de enero de 2011

¿QUÉ FUE PRIMERO?

Hoy en día de los temas más polémicos, son la homosexualidad y su inclusión o tolerancia en la sociedad. Se ha hecho de toda esta realidad, una lluvia de declaraciones. Pero ante esta "lluvia" o más bien "granizada" tanto de argumentos a favor como en contra, a mí se me ocurrió salir fuera a esta peligrosa granizada, no armado sino más bien protegido con un "paraguas", uno que me permita asimilar la intensidad del granizo pero sin resultar "descalabrado". Y he decidido salir a enfrentarla para no caer en el error de refugiarme y sentirme seguro resguardándome de ella. Este paraguas representa la siguiente pregunta: ¿Qué fue primero?, Sí, como aquello que nos cuestionaban si había sido primero “la gallina o el huevo”. ¿Te acuerdas?


A mí me parece que la homosexualidad es más bien un efecto y no una causa. ¿Son los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales, etc., los culpables de la decadencia social en que vivimos? Yo creo que no, creo que más bien ellos son una muestra de los errores que hemos venido cometiendo las familias.

Y es que, la irresponsabilidad, por ejemplo, de ambos padres que desbarata familias, o impide que se originen y funcionen como es conveniente para todos. La mayoría de los delincuentes presos en las cárceles, vienen de hogares destruidos por conductas y circunstancias como las antes mencionadas. Sí, los matrimonios o relaciones violentas, con drogas o sin drogas, con vicios o sin vicios, sin amor y sin educación. Estas relaciones hacen mucho daño a los hijos y definen en gran parte lo que ellos serán después, quizá repetirán patrones: hombres desobligados, irresponsables, abusivos, machistas, sin muestras de afecto, intolerantes y severos. Mujeres que no se ocupan de sus hijos, que los abandonan, que están solas, que los descuidan por irse a trabajar –o chismear-, que no luchan por ellos, que los golpean, que les permiten todo, en fin.

Y por eso hoy en día nos parece más grave el problema de la homosexualidad, porque así como la delincuencia, se han ido formando y acumulando durante años por lo mal que hemos llevado nuestra responsabilidad de formar cada cual una verdadera familia.

Algo ha salido mal, porque, no es que ellos se aparezcan gratis con sus llamativos atuendos y escandalosas conductas a pervertirlo todo, es que ellos son el resultado de nuestras propias perversiones. Muchos de ellos fueron abusados verbal, física y sexualmente, por sujetos heterosexuales. Otros tantos, carecieron de familias integradas y amorosas, es por ello que sostengo que son un efecto y no una causa.

¿Todos han sido abusados, traumatizados, oprimidos o reprimidos? No precisamente, pues como dicen: “Hay de todo”, pero una vez que surge y se muestra una ideología como estilo de vida, basada en sus derechos y sus pretensiones... como toda ideología, crea miembros que se identifican y se adhieren a dichos movimientos sociales.

Quizá no sean víctimas, o efecto de circunstancias problemáticas -no es requisito- tal vez sólo les gustó este modo de vivir, pensar y sentir. Y lo adoptaron porque ya hubo alguien que lo propuso.

Lo importante no es pues si los homosexuales nacen o se hacen, sino qué vamos a hacer con ellos y por ellos. Porque ya están aquí.

Que cometan errores no es pretexto para lincharlos, pues los errores que cometemos tanto hombres y mujeres heterosexuales, no nos hacen más puros que los homosexuales y sus particulares errores. Por eso, en esta granizada de argumentos para probar quién tiene la razón, debemos asumir lo principal: el daño está hecho. El daño que les hemos hecho y el daño que ahora traerá la ideología que surgió de ese daño, ya están aquí...¿Ahora qué?

Pues en lugar de buscar responsables y de lanzar condenas y pasaportes para irnos todos al infierno, ahora tenemos que ser tolerantes. Pero no el tipo de tolerancia que significa rehuír a mostrar una postura ideológica por miedo o comodidad. Una verdadera tolerancia, es reconocer que los homosexuales son distintos en sus preferencias y roles, pero que siguen siendo personas e hijos de Dios como tu y yo. Que sean diferentes no nos da derecho a agredirlos, pero tampoco les da derecho a ellos a violentar los derechos de todos los demás. Se trata de ser firmes y no permitirles todo, pero ser flexibles mientras no perjudiquen a terceros.

Creo que independientemente de si estamos a favor o en contra de la homosexualidad, a todos nos corresponde urgentemente fomentar el principal valor que como personas y sociedad nos hace falta: el amor. El amor pondrá todo en su lugar y hará que las carencias no sean las que determinen el curso de las familias o las sociedades. Debemos luchar contra el egoísmo personal que influye siempre en las ideologías, creando así egoísmos sociales.

Esto es lo único que podemos hacer frente a los problemas como la delincuencia y la crisis de valores que nos llevan a la decadencia de la familia y la sociedad.

Nosotros decidimos si seguimos perdiendo tiempo en discusiones y debates sobre los homosexuales, o si mejor cada quien en su familia se preocupa de que Dios, el amor, la justicia, la tolerancia y la comprensión sean quienes dicten el futuro próximo de nuestra sociedad.

¿Qué fue primero?...Ya no importa, ahora hay que amar.