viernes, 28 de octubre de 2011

FIESTA MACABRA

Mucho se dice y se cuestiona acerca del famoso "Halloween", a celebrar el 31 de octubre -como cada año-.
Mucho se dice en cuanto a su origen: que es una ancestral celebración de origen europeo, que nada tiene que ver con “nosotros”, que es para rendir culto a los demonios, que tiene un trasfondo maligno... Y quizá todo esto sea cierto.

Mucho se convoca también para que la gente tomemos conciencia acerca de su celebración, que no se lleve a cabo porque no es de origen mexicano, que no se inculque a los niños porque es una adoración al diablo "disfrazada", que está hecha para provocar miedo, que sólo es mercadotecnia... Y quizá todo esto sea cierto.

Pero más allá de la polémica que encierra el festejo de esta celebración anual, debería cuestionarme a mí mismo, el motivo por el cual la festejo o por el cual no la festejo, porque de eso dependerá si es conveniente o no celebrarla más.

Creo que a veces exagero y me tomo muy en serio esta fecha, suelo compararla con la de "El Día de los Muertos", que mantiene cierto parecido y que se festeja sólo aquí en nuestro país, un par de días después –dos de noviembre-.

Cuando busco argumentos a favor o en contra de las dos fechas, me digo: -el Halloween es una fiesta pagana-, y después de analizar a las dos, me contesto: -el Día de los muertos también-.

Digo. -tras el Halloween hay un culto a lo oscuro y lo desconocido-, pero me respondo: -en El Día de los Muertos también-.

Digo: -el Halloween no es una fiesta católica- pero reflexionando… -pues, “el Día de muertos, o de todos los santos”, está incluido en el calendario litúrgico católico, pero esta tradición popular sostiene que la gente regresa de la muerte para visitar su altar, comer y estar con sus seres queridos, y esa posibilidad no comulga con el credo cristiano ni con el catecismo católico".

Después continúo: "el Halloween perturba a los niños" a lo que termino yo mismo: "pues las visitas al panteón y la espera nocturna de muertos, para que se coman lo que en su altar les preparan, no son muy didácticas tampoco".

Quizá analizándolas, no existan muchas diferencias entre estas dos costumbres: ambas parecen divertidas, ambas son originales, ambas son ancestrales, ambas incursionan en lo desconocido y también ambas nos perturban y nos asustan... pero al final termino inclinándome hacia "El Día de los muertos" por ser una tradición mexicana, y lo festejo por mero regionalismo –y porque me gustan las calaveritas-. Pero en realidad no creo en lo que ella significa.

Sin embargo, cuando no sepas decidir cuál de estas dos tradiciones quieras festejar e inculcar a los tuyos, voy a darte mi personal respuesta a este conflicto: ¡No importa!

Festeja la que quieras de las dos o no festejes ninguna, si así lo deseas. Realmente pocos celebramos esas fiestas con su original significado y su original manera, lo hacemos más que nada por diversión, para salir de nuestra rutina y como una fiesta más bien. ¿Eran divertidas en un principio? Quién sabe, seguramente no, pero en su tiempo se celebraban motivadas por amor o por temor a lo desconocido. Y en su momento, tuvieron el efecto deseado en la población que les dio origen. Ahorita son un pretexto para disfrazarse una vez al año y asustar siendo alguien distinto, o para decorar con folclor mexicano el panteón y llorarle un poco "a los que se ya fueron".

No te preocupes mucho por ninguna, no es obligatorio que las celebres ni tampoco cambian el curso normal del universo el hecho de que las practiques. Tan sólo diviértete, no hay duda de que al menos hoy, son para despejarnos un poco de lo cotidiano, buscando un pretexto que a todos nos interese. Y si las quieres inculcar a los niños, pues hazlo y sigue haciendo exactamente lo mismo que han hecho nuestros antepasados durante generaciones: diluye su significado original, para que confundas a los que en un futuro investiguen su origen, cuando igual se pregunten si es bueno o malo celebrarlo.

Como sociedad, quizá le damos demasiada importancia a la moral que creemos envuelven estas celebraciones, olvidando que estas nada más se viven dos días al año y que los otros 363 restantes, no cuestionamos la moral de nuestro comportamiento a diario. Porque hoy existe algo más macabro que el "Halloween" y "el Día de los muertos" juntos, algo más atemorizante y perturbador que no es divertido, algo que llega a ser dañino y que nos espanta cada día más... se llama: "Realidad".

Veo en los medios y en los noticieros tanta delincuencia, tanta impunidad, tanta injusticia, tanto narcotráfico, tanto crimen, tanto engaño, tanto vicio, tanta vulgaridad, tanta lujuria, tanta violencia... Niños maltratados, mujeres abusadas, enfermos abandonados, ancianos miserables, etc.

Veo también a mí alrededor tanta indiferencia, corrupción, insensibilidad, materialismo, egoísmo, adolescentes alocados y sin control, niños sin atender, adultos ocupados en sí mismos, ancianos solitarios... y todos en general enfrascados en otras cosas o intereses.

Esto es lo que realmente me asusta y que acontece no una o dos veces al año, sucede miles de veces todos los días. Sólo Dios sabe cuántas.

De esta cruel realidad es de la que debo tomar conciencia, y no de las tonterías que algunos suelen hacer en "Halloween" o en "el Día de los muertos", debemos pensar mejor en las tonterías y en las "travesuras" que hacemos a diario tú y yo para que el mundo sea cada vez más lúgubre y tenebroso; aquellas acciones que hacen de nuestro entorno un lugar donde andan libres por ahí nuestros demonios; un lugar donde la oscuridad se apodera no sólo de la noche sino también del día; un lugar donde las travesuras ya no son divertidas porque causan lesiones, sufrimiento, carencia y muerte.

Estas son las conductas y costumbres que merecen ser "satanizadas" y condenadas por todos nosotros para que no las practiquemos ni las inculquemos a nuestros hijos. No el ridículo Halloween… eso es desperdiciar energías, pues mientras signifique un lucrativo negocio para todos, seguirá existiendo. Así somos. Y permanecerá en nuestros calendarios y agendas al igual que otras festividades materialistas -con buen sentido y buena intención- como: el día del amor y la amistad, el día de las Madres, o la mismísima Navidad.

Pero al tratar estos temas y llamar al análisis de nuestros festejos, nuestros debates se hacen cada vez más cortos, “huecos" y superficiales, porque ya no admitimos que nadie nos ponga a pensar en cosas que no queremos arreglar.

Pero sí nos preocupa que la gente haga el ridículo disfrazados en la calle y pidiendo dulces… Qué incongruencia.

Mejor permanezcamos atentos y busquemos un equilibrio entre nuestra forma de vivir y nuestra manera de salir de la rutina; una manera sana donde además todos reflexionemos de manera personal, sobre las acciones que día a día contribuyen a tanto desorden y caos alrededor, esos errores, malos hábitos o decisiones que a lo largo de nuestra vida nos han hecho tan insensibles al dolor y las necesidades de los demás.

Porque déjame contarte algo -y esto no es una leyenda ni un cuento-, que la verdadera fiesta macabra, sí, esa a la que tanto temíamos y que tanto morbo generaba, desde hace mucho, mucho tiempo… Ya se está llevando a cabo.

No sé decirte que tan maligno sea el Halloween o que tan inofensivo sea El Día de Muertos, pero de que estamos viviendo una fiesta macabra ahora mismo…

Y todo esto sí es cierto.