martes, 24 de agosto de 2010

LA NUEVA LEPRA


Desde hace miles de años, la humanidad ha sufrido a causa de las enfermedades, la viruela, la polio, la lepra, entre otros muchos padecimientos que llegaron a convertirse en epidemias. Pero además de los efectos de estas enfermedades en el cuerpo humano, hubo otras consecuencias dolorosas para los que las padecieron. Consecuencias como el rechazo, la marginación, la discriminación y la condenación por parte de los que estaban sanos.

¿Pero, que originó estas consecuencias? ¿Fue acaso la enfermedad en sí? Yo creo que no. Creo que fue la ignorancia de las causas y su cura, además del miedo a que fuera contagiosa. Un ejemplo muy claro es la lepra, pues hoy en día existe un tratamiento y son bien conocidas las causas y los efectos. Eso es ahora, pero hace miles de años no se sabían más que dos cosas acerca de ella: que era altamente contagiosa y que era mortal. Por lo pronto, tuvieron que aislar a los que ya la tenían para protegerse y proteger a los suyos, es decir, ante el desconocimiento, hicieron lo que pudieron. El verdadero problema vino después cuando buscaron las causas o los culpables, pues no estaban preparados para entenderlas. Se les dijo a los enfermos que esa enfermedad era el resultado de su propio pecado y/o el de sus padres -típico en la mayoría de las religiones-.Les hicieron creer y ellos mismos creyeron, que ese y otros muchos padecimientos, eran un castigo de Dios. Sin embargo, Jesús y la ciencia posterior se encargaron de desmentir esta perversa explicación.

Jesús lo afirmó en su momento en el evangelio, pero el tiempo y el descubrimiento de la ciencia lo comprobaron miles de años después. Imagina la calidad de vida de estos millones de enfermos que a lo largo de la historia fueron marginados y castigados por algo que no era su culpa y que nadie entendía. Además de estar condenados a muerte por la lepra, estaban condenados a vivir como si no existieran para los demás. La humanidad era mucho más ignorante hace miles de años que ahora, pero igual que antes, hoy en día si no encontramos una explicación a lo desconocido, la seguimos inventando.

Hoy, como hace miles de años, debemos ser más cuidadosos con lo que hasta el momento no podemos entender o explicar, pues con ello podemos hacer mucho daño. ¡De cuánto sufrimiento y tortura se hubiera librado a los pobres leprosos! Les aislaron en retirados e insalubres parajes, les colgaron campanillas para que avisaran su paso y fueran evitados en los caminos, se burlaron de ellos y los discriminaron, y por si fuera poco, les culparon de su condición y les hicieron sentir repudio por parte de Dios. No me sorprendería que muchos de éstos leprosos hayan incluso odiado a Dios por lo anterior.

Hoy, los pocos leprosos que hay, creo que sin duda se sienten afortunados de haber nacido en esta era y no en la que desconocían la cura. Quien iba a pensar que un leproso se sentiría mucho más afortunado que otro leproso, y además actualmente ya no se les llaman leprosos.

El desconocimiento de las causas y efectos de un hecho, una enfermedad o determinada conducta, no nos da derecho a emitir juicios ni condenas, todo lo contrario, nos inhabilita para tomar una decisión objetiva y equilibrada. Y lo que hace miles de años sucedió respecto a la lepra, vuelve a suceder pero ahora con una condición desde siempre existente y desde siempre discriminada: la homosexualidad, la atracción sexual por el mismo sexo.

Conducta aprendida o heredada, condición genética natural o antinatural, yo no sé, pero precisamente por que no lo sé, por eso es que he de ser cauteloso con este tema, con esta realidad. Y es que con los ataques que resultan de la ignorancia de sus posibles causas y efectos, les estamos haciendo mucho daño a los homosexuales al igual que lo hicieron nuestros antepasados con los antiguos leprosos. Les hemos faltado al respeto, nos hemos burlado de ellos, los hemos ridiculizado, los hemos golpeado y algunos han sido asesinados por nuestra falta de tolerancia. No sólo los hemos juzgado y ejecutado su sentencia, sino que también los hemos hecho pagar por lo que creemos es una enfermedad, una depravación u obra del mismo Satanás. Recientemente han habido sucesos y declaraciones ofensivas por parte de nuestras autoridades religiosas católicas, que han polarizado la opinión de los fieles, a través de los medios o incluso en misa, mostrando u ofreciéndonos sólo dos posiciones, pero muy cómodas: a favor o en contra. Pero no es tan sencillo como decir “esto es blanco o es negro”, hay toda una gama de tonalidades en medio de estos dos.

Ante todo lo más conveniente es la precaución y el respeto, pues los homosexuales no son otra especie aparte, son seres humanos como nosotros, es sólo que con gustos distintos. Ofenderlos y desacreditarlos nada más empeorará la ya de por sí frágil línea diplomática que nos separa de declararles la guerra, porque son “distintos” a la mayoría.

Lo peor del caso es que involucramos a Dios en nuestros juicios, hablamos y condenamos en el nombre de Jesús. Por más que queramos imaginar y presentar a los demás a un Jesús guerrillero, un soldado indomable con carrilleras colgadas al pecho y una metralleta dispuesta a aniquilar pecadores, Jesús no es eso, algunos de nosotros sí. Jesús nos dice que Él es la verdad, que la verdad nos hará libres, y la verdad... es que no sabemos la verdad acerca de la homosexualidad. Como hace miles de años no se hizo con la lepra, hoy debemos obrar de la mejor manera posible y ahora sin añadirle más daños, secuelas ni problemas a quienes vivan en esta condición homosexual. Ya de por sí es difícil ser feliz en este mundo.

Yo no sé si sea buena o mala, no sé si sea hereditaria, si sea por falta de padre, no sé si sea consecuencia del abuso de un pederasta, no sé si sea una perversión o conducta de moda, problemas hormonales, etc.

Hay muchos estudios científicos pero no suficientes. Muchos de éstas pruebas están viciadas y limitadas, o son tendenciosas a los intereses de uno u otro polo. Y cuando parece que encontramos algún indicio de verdad viene un estudio más reciente que lo desmiente. Eventualmente tal vez, tarde o temprano habrá avances significativos pero por lo visto aún no ha llegado ese momento.

Pero lo único que sí sé es que Jesús jamás los habría insultado ni juzgado. Todo lo contrario, los hubiera amado y si hubiera algo que perdonarles, se los habría perdonado como a cualquier otro. Lo hizo con la prostituta que fue encontrada en flagrancia de su pecado.

¿Es importante entonces tener una postura ante esto? Por supuesto, y más ahora que se aprobó el derecho de los matrimonios homosexuales a adoptar, porque yo creo que la decisión de la suprema corte, se precipitó por motivos desconocidos o dudosos. Yo creo que se debió tomar en cuenta a la ciencia y sus grandes avances, y a la comunidad médica para determinar los efectos físicos, psicológicos y espirituales en los niños que posiblemente sean adoptados por estas parejas. Hoy en día se han estudiado a niños que han sido resultado de comportamientos y entornos nocivos para ellos y la sociedad, como la violencia intra familiar, el alcoholismo y la drogadicción, el abuso por parte de pederastas, el maltrato escolar, psicológico, etc. Pero hasta donde sé, no hay estudios científicos a escala mundial que hayan estudiado, siquiera contemplado la situación de niños adoptados por matrimonios homosexuales. Es desconocida hoy en día esta situación, nadie la había previsto, supongo. Creo que no pueden traer peores efectos que los daños ocasionados por matrimonios entre hombre y mujer, como los anteriores entornos mencionados, pero el hecho es que las leyes deben ver primero por los desprotegidos y la corte no los tomó en cuenta. Pareció que más bien se preocuparon por establecer derechos para quienes eligieron un matrimonio homosexual, que para procurar un verdadero hogar para un niño desafortunado. Por un lado la corte aprueba el asesinato de inocentes -con el aborto-, y por otro lado parece preocuparles mucho que los niños en adopción tengan una familia ¡qué contrariedad!

Y en el aspecto religioso, las declaraciones del Cardenal Juan Sandoval, me parecieron anticristianas al ofenderlos diciéndoles “bola de maricones y lesbianas”. Porque no se puede hablar en el nombre de Jesús, si no se hace con los criterios de Jesús y a la manera de Jesús. Así de simple. Ahora lo que logró el cardenal, es una confrontación entre los que nos consideramos buenos y a los que consideramos como malos. ¡Qué orgulloso se ha de sentir Jesús de nosotros! Echamos por tierra todo lo que nos enseñó, por obrar con las vísceras en lugar de obrar con el corazón, con la mente y con su Palabra. ¿Jesús insultó? Sí, pero sólo a los líderes religiosos como los fariseos, los sumos sacerdotes y los escribas, por el trato que daban a los que consideraban impuros. Los llamó víboras, hipócritas, sepulcros blanqueados.

¿Qué postura vas a sostener ante este debate y esta guerra por desatarse? ¿Serás de los que no entienden la homosexualidad y la condenan, o de los que tampoco entienden la homosexualidad pero que a pesar de eso, respetan? Creo que sé de qué lado está Jesús...

Decidamos bien, y si estamos en contra de la adopción por parte de matrimonios homosexuales -por el riesgo que atenta contra terceros- hay que manifestarnos pero siempre con respeto, no vaya a ser que convirtamos a la homosexualidad en “la nueva lepra".

Y así como cientos de asociaciones civiles se han unido en contra de estas adopciones, sería bueno que así también nos uniéramos para atender a estos niños que ni sabíamos que existían, y que hoy de repente, nos preocupan tanto... o no?

sábado, 21 de agosto de 2010

LA PUERTA ESTRECHA

Evangelio: Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.
Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos";
Y él os replicará: "No sé quiénes sois."
Entonces comenzaréis a decir.
"Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas."
Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados".
Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos."

Creo que como cristianos, la anterior pregunta es una de las más comunes: ¿Serán pocos los que se salven?. La Escritura no aclara quién hizo esta pregunta, pudo ser un discípulo de Jesús o un nativo del lugar por donde pasaba. Quien haya cuestionado así a Jesús ¿Por qué preguntó si serían POCOS y no MUCHOS? Es como el proverbio popular del “vaso medio vacío o medio lleno”. Por la manera en que ésta persona formuló su pregunta, sospecharía que era uno de los discípulos. Y es que, creemos que con comer, beber y escucharlo, será suficiente para entrar. Nos engañamos al creer que sólo por compartir buenos momentos con Jesús -y no acciones- tendremos parte junto con Él en el banquete.

Una vez más Jesús contesta. Y no estoy seguro de que dicha respuesta haya sido la que todos esperábamos.

Sin duda, dice Jesús, serán muchos los que quieran entrar y no lo lograrán. El amo, se levantará y cerrará la puerta. No sabemos cuánto será el tiempo que El Amo considere justo como para cerrar definitivamente su puerta. Espero que se tarde todavía.

Creo que los que se quedan afuera fueron invitados a pasar pero se confiaron al creer que tendrían el tiempo suficiente y el acceso sin condiciones para “llegar” a la hora que quisieran. No estaban listos ni llegaron a tiempo ¿por qué? Es que no le dieron importancia y con esa actitud subestimaron al dueño. Ahora clamarán pidiendo a gritos que se los deje entrar pero sólo podrán ser testigos desde fuera de lo que despreciaron. Alegarán, como muchos lo hacemos hoy en día, que somos “íntimos” del Amo, que somos sus “favoritos” sus mejores amigos, allegados, amigos de toda la vida... v.i.p., sin embargo, cerrada la puerta, los buenos momentos no bastarán. Creo que al contrario, el Amo se sentirá aún más decepcionado de nosotros que nos decimos sus siervos más fieles, porque conocíamos perfectamente las condiciones para entrar. Se nos había advertido que estuviéramos atentos porque no sabíamos ni el día ni la hora. Nos llamará malvados. Y lo somos, no sólo por no atender su invitación sino porque, además estuvimos restringiendo las invitaciones que tuvimos que hacer llegar a nuestros hermanos que también estaban invitados. No nos quedará más remedio que observar a todos los que creíamos no eran dignos de asistir, felices compartiendo de la fiesta con el Amo. Será como dice Jesús, el rechinar de dientes y el llanto. Así de maravillosa será la fiesta, ya la empiezo a imaginar.

Tendrá como invitados de honor a Abraham (cuyo nombre significa “Padre de muchos pueblos”), a Isaac (que significa “Hará reír”) y a Jacob (“Sostenido por el talón”), y a todos los profetas. Los profetas (del griego profétes: “hablar en nombre de”) eran aquellos a quienes Dios les hablaba para que comunicaran sus palabras a su pueblo. Entonces, aquellos que “comunican” y denuncian lo que Dios manda decir a su pueblo, aquellos que de manera “paternal” sirven a su pueblo, aquellos que procuran la “alegría” de los demás a pesar de las dificultades, y aquellos que se abandonan a la providencia de Dios y se dejan “sostener” por ella... Esos serán los invitados, los demás, veremos que tan amigos somos en realidad del anfitrión.

Para “ser padres de muchos pueblos” y transmitirles a Dios, para “hacer reír” y llevar la alegría de Dios a todos, y a ser “sostenidos por el talón” sujetos por Dios en la fe, en la confianza a nuestro Amo: nuestro Padre. Sólo aquellos que en verdad seamos profetas como los anteriores, seremos dignos de entrar.

Y sin embargo entrarán a la fiesta también otros invitados desde tierras lejanas porque, la salvación no es local ni exclusiva de un grupo étnico, o de una sola religión, iglesia o secta -por más que queramos creerlo así-. No podemos decidir nosotros mismos quién entra y quien no a la gran fiesta final. No debemos alterar la lista de invitados o los requisitos que han de cumplir los que quieran entrar, cuando claramente se nos ha ordenado hacer la invitación a TODOS. No podemos “revender”, por así decirlo, los boletos de entrada que son gratuitos y se nos dieron gratis. Sí, quienes que nos atribuyamos estas libertades sin duda estaremos fuera. Y en su lugar se sentarán aquellos a quienes con tanto empeño quisimos excluir.

Así funciona el amor del Amo. Tener cerca a quienes quisimos alejar será el peor castigo para nosotros y pero a la vez será el mejor regalo para ellos.

“Ser los últimos, para ser los primeros”... Sólo así.

martes, 17 de agosto de 2010

BLOODY MARY

Actualmente en nuestro México se libra una decisiva lucha contra el crimen organizado, pero no sólo se ve envuelto el narco en esta guerra, va mucho más allá. No hay esta típica división del bando de los buenos contra los malos, no es así de sencillo pues el problema real es que los implicados viven y laboran entre lo legal y lo ilegal. Es decir, la suciedad está muy diluida. Como por ejemplo el lavado de dinero, que sortea una serie de tretas legales para que el dinero sucio se adentre en empresas establecidas y registradas. Y para que esto se lleve a cabo, el narco necesita quien le realice estas diversas y complejas tareas. Por ejemplo, personas como: contadores, abogados, administradores, servidores públicos, policías, jueces y hasta choferes y empleadas domésticas que les ayuden y cuadren sus operaciones. Es decir, no todos los involucrados son narcos, pero ejerciendo de manera torcida cada cual sus talentos o profesiones, ayudan al narco. Entonces, el combate no es tan sencillo y tan frontal pues existen demasiados infiltrados en los bandos, ya no hay en quien confiar. ¿Cuál sería entonces la manera de acabar esta guerra? Pues evitando el consumo de drogas.


Pero esto implica un sacrificio casi imposible para todos los consumidores, por eso en nuestro país algunos líderes políticos y sociales, apuestan de manera populista e irracional por la legalización primero de la marihuana y después de las otras drogas.

Todos aquellos encobijados, descuartizados, decapitados, calcinados, desaparecidos, colgados, acribillados, enterrados, etc., que son noticia todos los días en los medios -más de 65,000 ejecutados en lo que va del año-, tienen un sólo verdugo.

¿El mismo sujeto mató a todos esos miles? Sí, ese sujeto culpable de todas estas muertes es el consumidor. En efecto, esa persona alivianada, a veces con un aire medio "hippie", algo desaliñado y con una actitud pacífica y fraternal, o de traje y de pulcro aspecto es el responsable. Luce inofensivo, pero es el verdadero responsable de tanta ejecución. Aquel que sólo quiere olvidarse del stress o sus problemas, aquel que quiere "viajar" un rato por que se siente "bien", sabe que recurre a una falsa solución que sólo trae más problemas. A todos.

Quizá tú la consumes, o un hermano, o un primo, o un amigo, o un perfecto desconocido. El hecho es que si no hubiera quien la consumiera y pagara lo que sea por tenerla, el mercado no estaría tan competido y codiciado. Yo conozco personas que fuman marihuana a diario, y de ser legal, imagino a esas personas multiplicadas por millones, veo entonces un país en el que yo ya no querría vivir. El peligro que los efectos de esta droga ocasionan a los demás, se haría sentir no sólo por las noches o madrugadas, como regularmente ocurre con los borrachos que manejan sus autos a la salida de fiestas, antros, cantinas y demás, esto sería durante todo el día. Así pues, el chofer del camión, el policía, el conductor de al lado, el doctor, el mecánico, el albañil, etc., trabajarían con toda libertad bajo los influjos de lo que estaría permitido. Y si estando sanos hacemos de nuestra vida y la de otros un desastre, pues estando drogados, será mucho peor.

Sin embargo, bajo la estúpida y cómoda pose disfrazada de "modernidad" o "mente abierta", preferimos que las cosas sean permitidas para no aceptar que son inconvenientes. No imagino qué tipo de padre apoyaría la posibilidad de que sus hijos se vean atrapados por este vicio pronto legal, pero los hay.

Los principales afectados entonces serían aquellas personas que por su falta de madurez, de criterio o de voluntad, se anotarían en la gigantesca lista de nuevos adictos cuya intención, oportunidad o capacidad de rehabilitación, serían casi nulas.

Y si la marihuana se legaliza, la competencia entonces será aún más brutal porque cualquiera que tenga patio o azotea la cultivará y cualquiera que le guste el dinero fácil la venderá. Después la gente que es adicta, dejará de trabajar –o la despedirán- y no será productiva, entonces delinquirán para conseguir el dinero y comprar lo que ya no pueden abandonar. Basta con ver la realidad de países como España en donde hay poblados literalmente de drogadictos que, al perderlo todo por el vicio se han convertido prácticamente en esclavos que trabajan sólo para drogarse y su paga no es dinero sino más droga. Que Dios nos libre de ese día.

Pero Dios no va a resolvernos este problema, debemos hacerlo nosotros. Nosotros los que no la consumimos y no queremos vivir o sufrir por los efectos de quienes sí la consumen, tenemos que apoyar a quienes están en contra de su legalización. Porque después de los abortos, y la marihuana ¿Qué sigue después? ¿Qué más va a ser legal?

Yo no pienso votar por nadie que crea, este a favor y luche porque la muerte en sus diferentes caminos, sea el "moderno" camino de mi país.

Así es que la próxima vez que fumes o veas a alguien fumando un "churro" de marihuana, ten presente toda la sangre que se tuvo que regar para sembrar y cultivar la marihuana de ese pequeño cigarrito. De esos millones de cigarritos.



¿Tú quieres que la marihuana se convierta en tu gobernante?

Yo no.

jueves, 12 de agosto de 2010

EL REY SIN CORONA


Hoy por la mañana escuché en el noticiero que hubo un robo en Guanajuato, México. El objeto desaparecido es una corona de plata incrustada con metales preciosos retirada de una famosa figura negra de Jesucristo crucificado, bastante famosa y venerada por los locales.
No me sorprende la noticia, desde hace mucho ocurren estos robos de arte sacro. Lo que me sorprende es lo enardecido de los pobladores por tales actos, al grado de linchar a los presuntos ladrones o por lo menos de darles una buena golpiza.
Es triste ver como estas personas se trastornan por lo que ellos consideran una gran ofensa. Sin duda cualquier robo es doloroso y es un delito, pero tan grave ¿Como para quitarle la vida a alguien? ¿Es motivo para convertirse en animales sedientos de justicia y venganza?

Qué razón tenía Jesús al llamarnos –ordenarnos- a no apegarnos a las cosas del mundo. Pero otra vez encontramos salidas “justificadas” para hacer como discípulos lo que nos da la gana. Éste es otro claro ejemplo de ello. Construimos templos a diestra y siniestra, algunos llenos de grandes lujos con piezas de gran valor tanto artístico como económico. Y cuando alguien cuestiona tan opulentas construcciones y decoraciones, se justifican diciendo que “es para Dios, y “Dios se merece lo mejor”.

Entonces, cada templo tiene su propio Cristo, su propia virgen, sus propios santos: unos más milagrosos que otros; unos más famosos que otros; unos más redituables que otros.

Las mismas injusticias cometidas en el templo judío de los tiempos de Jesús, se siguen llevando a cabo en nuestros tiempos pero ahora en nuestros templos con nuevas modalidades y tradiciones, así como los demás templos de todas las sectas y religiones. Inventamos sedes con apariciones milagrosas para crear peregrinaciones que no hacen mas que vaciar bolsillos de gente rica y pobre, esperanzada y deslumbrada. Todo para sostener una institución llena de burocracias e impuestos al más puro estilo romano –de ahí su origen-. Empresas -disfrazadas de instituciones- con hombres al frente, que piden dinero, imponen cargas y expiden recibos y documentos a nombre de Jesús. Avalan milagros, bendiciones, peregrinaciones y favores a nombre de la Virgen María, o de cualquier santo.

Y en continentes como Asia y Europa, desgraciadamente está tan muerta la fe católica, que sólo para eso sirven los templos: como museos; sólo reciben visitas de peregrinos curiosos por conocer lo que alguna vez albergó cristianos vivos y en donde, hace mucho se celebraba la devaluada –por nosotros- eucaristía. Aún así seguimos construyendo más templos, creyendo que por ser novedad de alguna manera revivirán la fe del rebaño. Ahí están en el tintero proyectos como el Santuario de los Mártires: un proyecto tan ambicioso que como todos, comienza como una buena idea y que después dará la espalda a aquellos que donaron una o miles de monedas para su construcción. No sería la primera vez que suceda. Rezo por que no. Rezo desde un templo ya construido, de hecho reconstruido por Jesús: desde mi corazón. Un templo como los que le agradan, de esos que no se puedan tirar y levantar en tres días.

Por eso, cuando alguien se atreve a robar uno de estos objetos valuados por el hombre y catalogados por él mismo como sagrados o “sacros”, para muchos su fe se derrumba, se queda sin sustento. ¿Por qué? Porque la tenían puesta en un pedazo de pasta, de madera, de tela, de ayate, de yeso, de oro y otros metales preciosos. Casi todas estas figuras, horribles y sin mucho valor artístico, pero eso sí con un gran valor “sentimentaloide” y económico, para pueblos enteros, incluso países. Al grado de valorar más uno de estos artilugios no avalados por Dios, que la misma vida humana que Él creó.

Se han dado éstos enfrentamientos violentos entre pueblos por robos de tal o cual pieza o figura “santa”, desde las cruzadas hasta nuestros tiempos.

Si Jesús hubiera estado presente, yo creo que habría dicho: “No importa, déjenlo ir, el Jesús de carne y hueso soy yo y nadie me apartará de su lado”.

A la figura a la que me refiero en un principio, le fue robada su corona de metales preciosos. Es sin duda la representación de un Jesús falso, de malhechos rasgos, y de pasta de maíz a la que cualquiera puede dañar o robar. Tan alejada al verdadero Jesús, que en efecto, tiene una corona, pero no de oro ni con algún material de nuestras “pobres” riquezas. Un Jesús al que nadie puede despojar, al que voluntariamente se dejó violentar para salvarnos, no lo hizo para ser recordado o para inspirar figuras horrendas y grotescas, que sin duda alientan las falsas devociones y las falsas piedades. Son estas figuras y las prácticas que de su culto resultan, los principales obstáculos de la Buena Nueva de Jesús. Aquel que las apoya y las defiende, no ha entendido realmente donde está ubicado el verdadero templo que nadie puede saquear: Jesús.

miércoles, 4 de agosto de 2010

¡ MUESTRAS GRATIS !

¿Alguna vez te has resistido a esta tentadora palabra? ¿Te haz atrevido a rechazar algo que en verdad es gratis?


Ya sea en el súper, en el mercado o en el tianguis, hemos disfrutado en alguna ocasión de algo que gratis se nos ha ofrecido con un propósito. Quizá algo como un vasito de jugo, un trozo de pan dulce, un rollito de jamón, un cuadrito de queso, o hasta una pieza de sushi -como las que yo disfruto-.

Después de probar el producto, si compras o no, ya es tu decisión, pero por lo pronto la muestra fue totalmente gratis. Sin compromiso.

Pero han habido ocasiones en las que me han engañado con esta misma estrategia. Una vez alguien me prometió un regalo gratis si escuchaba un mensaje. Un muchacho de quizá unos 19 años, dio un aviso al final de la misa, diciendo que traía un interesante mensaje y un regalo para todos aquellos que le escucháramos y estuviéramos interesados en mejorar como personas, yo por supuesto esperé para recibir dicho mensaje pues me reconozco más que imperfecto. No fue por el regalo, pues era nada más un póster de Jesús.

Mi sorpresa vino cuando después del corto mensaje sin Dios como fondo, nos dijo que iba en nombre de una casa hogar, que estaba vendiendo un paquete de tres Biblias y dos CDS, por un total de $4400 pesos, en pagos de $200 por 22 quincenas. Además de que me pareció caro e inalcanzable, fue un engaño pues abusó de la intención de la gente de recibir una buena noticia, prometió póster para todos los que lo oyeran y sólo regaló dos.

Por eso Jesús insistía tanto en que el evangelio había de llevarse a todas partes y debía ser gratis, así sólo quien estuviera dispuesto a ir y dar gratis el mensaje, lo haría.

Pero ¿Por qué es tan importante que el evangelio se lleve a todas partes? Pues porque la gente que más necesita de una verdadera Buena Noticia, quizá está alejada y no va a misa por alguna razón. Por eso, queda fuera del alcance del mensaje de Jesús. Y ¿Por qué es tan importante dar el mensaje gratis? Porque sólo quien ama como Cristo -que dio todo gratis- es capaz de regalar su tiempo y/o su dinero en el nombre de Dios.

¡Qué triste cuando la gente antes o después de hablar de Dios, pide dinero a cambio! Por la razón que sea y de la manera que sea. Yo creo que las personas que no han de hacerlo gratis, no deberían hacerlo entonces. A ellos acuden a escucharlos sólo quienes tengan o quieran pagar por oírlos, y los que no, a la hora de pagar, se sienten defraudados pues no sabían que la buena nueva tenía costo. ¡Cuántas personas escucharían el evangelio si todos lo anunciáramos gratis! Pocos o nadie se resistirían a la Buena Noticia.

Muchos cometemos el error de creer que si nosotros no hablamos en nombre de Dios, nadie más lo hará. ¡Gran mentira! No sólo hay muchos por ahí hablando y actuando en el nombre de Dios, sino que además lo hacen gratis, a diario y mejor. Si yo no tengo tiempo o no puedo abandonar mi trabajo para hacerlo, pues entonces lo hago cuando y como pueda, pero vivir de eso, no habla bien de mí y menos de Dios. Le digo a la gente que me dedico a Dios, pero por que a mí es a quien me trae un beneficio económico, no a Dios.

¡Qué fácil es dedicarse a esto! No necesito estudios con valor curricular, no hay límite de edad, no se necesita tesis ni cédula profesional, no hay patrón, no pago impuestos, nadie me dice cuánto cobrar, me tratan como rey , salgo de vacaciones con gastos pagados, entre otras prestaciones. Además, con el pretexto de que hablo de Dios, apelo al buen corazón de los oyentes para que me aporten dinero "voluntariamente" -a manera de ofrenda, claro- según el estrato social al que pertenezca la comunidad.

No llevo el mensaje de casa en casa como debe ser, porque ahí la gente no me da dinero por tocar su puerta y pierdo tiempo que no recupero. Por eso, apuesto mejor a las convenciones, cursos, formaciones, festivales, seminarios, congresos, etc. Ahí puedo determinar con toda libertad, cuánto quiero cobrar y anticipo a la gente que si asiste a oír de Dios por mi boca, deberá pagar. Y si necesita la solución a sus problemas, si necesita un milagro o una señal, si quiere conocer o saber más de Dios, si necesita saber la verdad...¡entonces que pague!. Lamentablemente muchas personas se valen de Dios como fuente de ingresos.

¿Qué beneficios trae a mi vida dar algo gratis a alguien? En moneda, ninguno, pero sí en otros aspectos. Dar gratis me disciplina para ser generoso cuando no "me nace" desprenderme de nada, porque nadie dice que me debe “gustar” ser generoso, prácticamente es mi deber como cristiano. Dar gratis me hace menos egoísta y con ello mis relaciones personales mejoran. Dar gratis evita que mi labor se convierta en una simple transacción, un negocio en donde se paga por algo y se recibe algo a cambio. Dar gratis me hace grato ante Dios pues me ocupo de mis hermanos. Dar gratis me ayuda a mantenerme honesto y fiel al evangelio porque no necesito “maquillarlo” para que la gente quede complacida y me “paguen” mejor. ¿Haz dado algo gratis? ¿Qué sentiste?

Un día un amigo creía que dar gratis era sólo ayudar en asilos, hospitales, orfanatos, cárceles, etc. Y en cierta forma sí, pero si no hay tantos recursos o tiempo, se pueden hacer otras cosas más. Mi amigo me dijo: ¿qué tanto puedo ayudar? Sólo traigo en el bolsillo $6 pesos. Le dije que con eso podía pagarle a una persona el pasaje de su transporte público.

Para compartir hay muchas formas que cotidianamente podemos practicar, por ejemplo: si hace mucho calor, puedo preparar un garrafón de agua fresca y ofrecer al que pase un vaso de agua totalmente gratis, aunque quien la acepte tenga dinero para pagarla. También puedo llevar a mi trabajo más comida de lo normal para compartir a quien se le antoje, en fin, la intención de dar gratis no debe responder más que al gusto por compartir con otros lo que Dios me ha dado gratis a mí, sin importar nada más.

Dar gratis de lo que tengo, es más sencillo de lo que parece, sólo hay que ser creativo para que con pequeñas o grandes muestras como las que degustamos en el súper, demos a conocer a los demás, lo grandioso que es Dios y lo que fue capaz de hacer en mi vida con una deliciosa muestra gratuita.

Yo pensaba que las labores de generosidad, altruismo y caridad, se realizaban sólo por grupos o brigadas, organizados en lugares específicos y con una logística, pero no es así, se puede ser generoso en todas partes y de manera individual, aunque lo ideal es que quienes vayan, sean uno, dos o más, vayan con la disposición de hablar, de actuar y de dar gratis en el nombre de Dios.

Este es el verdadero valor de lo que es gratis.

lunes, 2 de agosto de 2010

LOS OJOS DE DOÑA ELVIRA

Mi papá siempre fue un hombre generoso. Mi hermano y yo bromeamos y decimos que era tan generoso que “regalaba hasta lo que no era suyo” porque desde chicos nos inculcó ser generosos aunque nosotros no lo tomábamos muy bien, no lo entendíamos. Lo comprendimos hasta que él murió.


Entre sus muchas actividades de “ caridad” estaba el visitar un asilo de ancianos. En ese asilo con los años conoció a muchos ancianitos que se reunían a su alrededor para escucharlo cantar y tocar su guitarra. En especial tenía a tres admiradoras de quienes sólo recuerdo los nombres de dos de ellas: la “tía Emi” y Doña Elvira: ambas estaban ciegas. La tía Emi y la otra ancianita murieron hace años, pero quedó Doña Elvira. Juntos cantaban canciones de esas antiguas, muy antiguas, de tríos, de mariachis y hasta de la revolución. Yo lo acompañé varias veces pero he de decir que no era, por mucho, mi actividad favorita y menos en un día como el domingo, que eran los días en que la visitaba.

Mi padre muere en 2006 dejándonos y dejando también a Doña Elvira. Después de unos meses del fallecimiento de mi papá nos pusimos a pensar en Doña Elvira: ¿qué habrá sido de ella?. Ella no se fue a ningún lado, seguía allí, en el mismo lugar y con su misma soledad. Sin hijos y sin familia que la visitaran, pasaba los días en el abandono, confinada en un lugar en el que, a pesar de la buena voluntad, los ancianitos viven muchas carencias, entre ellas la mayor: la falta de amor.

Mi hermano gemelo y yo nos armamos de valor y fuimos a visitarla. Se sorprendió gratamente con nuestra visita y debo decir que nosotros también empezamos a disfrutar de su compañía. Doña Elvira quería conocer a toda la familia y fue así que, después de algunas semanas, empezamos a visitarla todos mis hermanos, mis sobrinos y mi madre, que es bastante penosa.

Al cabo de meses, sorpresivamente nos vimos todos juntos visitando a nuestra nueva amiga, “tía” como le gustaba que la llamáramos. Domingo tras domingo la visitamos y nos compartía grandes enseñanzas. Era extraño y a la vez fascinante, porque pareciera que su ceguera le permitía ver cosas que nosotros no habíamos descubierto, los ojos de su corazón estaban muy abiertos mientras los nuestros veían “borroso”. Estaba siempre muy feliz a pesar de todas sus enfermedades; nos enseñó a valorar lo que tenemos y a compartirlo. Nos encargaba “antojitos” aunque la tenían muy restringida por su diabetes.
Después de casi tres años de amistad, desafortunadamente muere el 31 de enero del 2010.

Tras dichas pérdidas tan dolorosas, le pregunté a Jesús ¿qué era lo que quería de mí, para qué me necesitaba?. Y descubrí que no es él quien me necesita: soy yo quien necesita de él.

Conocer a Doña Elvira fue otro paso para mí como aprendiz de Jesús, una enseñanza que no se adquiere en la escuela bíblica ni en el catecismo o en la misa, ni siquiera estudiando en el Vaticano.

El mundo real es un laboratorio en el que podemos encontrarnos cara a cara con Jesús para ayudarlo, hablarle, abrazarlo, sanar sus heridas, alimentarlo o simplemente escucharlo: estar con él y aprender de él. Él está en todos lados, principalmente en tu casa, a cada momento, claro, siempre que nos tomemos la molestia de voltear a nuestro alrededor y despeguemos por un momento los ojos del espejo.

El Reino de Dios -que estamos todos llamados a construir- no es en realidad para Dios, es para nosotros! Somos nosotros quienes nos beneficiaremos el día en que Jesús reine: será un reinado de paz, de justicia, de equidad, de amor. Pero no hemos aprendido aún o no hemos querido seguir los mandatos de Jesús para construir dicha obra (Mateo. 11, 12.)

Jesús está verdaderamente presente en los “necesitados” (Mateo. 25, 34-35.) que, irónicamente no son ellos los que nos necesitan, somos nosotros los que los necesitamos a ellos. Dependemos de ellos para aprender el verdadero sentido de la vida y del ser cristiano. ¿Cuántos de nosotros vamos por la vida inconformes con lo que tenemos y deprimiéndonos por tonterías? ¿Cuántos queremos descubrir el verdadero significado de la vida a través de los sentidos, en los placeres de la carne y del mundo? Esforzándonos vanamente por encontrarlo por nuestros propios méritos, por nuestros propios medios. ¡Qué soberbia la nuestra! (Juan. 9, 39.).

Jesús tiene sus propias reglas, por eso decide revelárseles a los más sencillos, a los humildes, a los pobres, a los marginados, tal vez ellos aunque ciegos, mutilados, enfermos, marginados, son quienes verdaderamente lo reciben con los brazos -mentes y corazón- abiertos (Lucas. 10, 21-22.)

Por eso, por lo menos en el domingo -que yo le llamo el Día D: Día De Dios- no debe faltar un encuentro integral con Jesús: Ir a misa y comulgar para recibir a Jesús Eucaristía (Lucas. 22, 19.); visitar y/o ayudar a alguien ya sea de la familia o algún desconocido ¿porqué no? Para experimentar a Jesús Hermano (Mateo. 10, 40-42); Y terminar por la noche con una oración con la Biblia: Jesús Palabra (Mateo. 4, 4.). Ése debería ser nuestro itinerario como cristianos.

Jesús a través de Doña Elvira me enseñó que, una persona ciega y anciana puede ver mejor y tener más vida que yo. Me dolió mucho la pérdida de Doña Elvira pero, gracias a Dios me queda Doña Lolita, Doña Lupita, Eliseo...etc.

Cuando yo sea un anciano –si Dios me lo permite- quisiera estar tan ciego como lo estaba Doña Elvira y así poder ver la vida con sus ojos.