martes, 3 de enero de 2012

YO SOY LA DIVINA PROVIDENCIA


Lo sé, suena muy hereje, pero lo estuve reflexionando mucho y…es cierto.
¿Qué es para mí la Divina Providencia? Es aquello que Dios me da. Pero en general la entiendo como aquello que necesito que Dios me provea. Puede ser Salud, Trabajo, Amor, pero sobretodo Dinero. Lamentablemente muchos entendemos por providencia, que cada vez tengamos más dinero, mejores negocios, mejor casa, mejor auto, mejores compras…en pocas palabras, recurrir a la Divina Providencia, es pedirle dinero a Dios –como si Él fuera quien lo creó y quien lo administra-.
Al comenzar el año –así como el día primero de cada mes- se acostumbra por muchos a asistir a misa y a encender velitas para pedirle dinero a Dios. Según todos los que asistimos, pedimos a Dios lo “necesario” con la relatividad que esto implica. Mentira, en la mayoría de los casos.
Al menos yo, las veces que he experimentado carencias económicas severas, no he visto a Dios bajar y darme un cheque con la cantidad necesaria para salir del problema, sin embargo, siempre he sabido que es gracias a Él. Pero la realidad es que esa providencia necesaria que yo he solicitado a Dios, la he recibido a través de personas –con nombre y rostro-. Ellas, son las que me han ayudado incluso con dinero, cuando he tenido carencias. Y saben que les estoy muy agradecido.
Por eso, he descubierto que la Divina Providencia es llevada a cabo por personas de buen corazón que se han compadecido de la necesidad del hermano. La entienden y la atienden. No se quedan en una simple bendición o en la promesa de que pedirán a Dios por uno; si tienen la posibilidad de ayudar, lo hacen, de la manera que se requiera. Eso es la Divina Providencia, porque en esa ayuda siempre terminas viendo y agradeciendo a Dios, sabes que Dios está detrás de eso que parecía imposible.
Por eso este año yo quisiera pedirle menos a Él y darle más al prójimo, quiero aprender a ser “Divina Providencia” para aquellos que me rodean, quiero en la medida de mis posibilidades, dar como a mí me han dado, ayudar como a mí me han ayudado, para que como yo, otros experimenten a la verdadera Divina Providencia: El amor del Padre que sus hijos se muestran entre sí.
Pero quiero dar no con un afán redentor ni presuntuoso, sino con un consciente y sensible compromiso, ante la responsabilidad que Dios deposita en sus hijos para que se ayuden entre sí. Para que aquellos quienes las condiciones de la vida les han sido favorables, se interesen en asistir a quienes las condiciones no les han favorecido.
Y no es que Dios les dé más a unos para que estos compartan a los miserables que no tienen nada, aún no entendemos que Dios no se encarga de administrar dinero. Es sólo que en el mundo unos han tenido la facilidad –o se la han hecho- de hacer dinero y otros no han podido por muchas razones.  A veces nos hacemos duros de corazón –y avaros- cuando creemos que los demás no tienen dinero y recursos porque no han querido, o porque no han luchado tanto como nosotros. Sin embargo, eso no debe preocuparnos pues Dios nos ha de juzgar de manera perfecta pero teniendo en cuenta que somos imperfectos.
Dios sabe por qué unos tienen mucho dinero y por qué otros no, por eso, a Él hay que dejarle el juicio y nosotros preocuparnos por ayudarnos.
Yo creo que Dios cada año apuesta porque no sólo el día primero del mes sino a diario, nosotros nos comportemos como sus hijos, y que a semejanza de nuestro Padre, sepamos mostrar esa Divina Providencia practicando el amor a manera de asistencia económica o en especie, a los que se la solicitan a Él. Porque no hay nada que agrade más a un Padre, que ver que sus hijos se ayudan y aman como hermanos.
Padre, este 2012 quiero pedirte menos, para aprender a dar más,
Porque este año…
YO SOY LA DIVINA PROVIDENCIA.