viernes, 7 de mayo de 2010

LOS PELLIZCOS DE MI MAMÁ


Cuando era niño, recuerdo muy bien que al ir a misa, mi mamá cada domingo me recordaba con un pellizco, que tenía que ir confesarme a media ceremonia. No pronunciaba palabra alguna, sólo me miraba y yo sentía el pellizco. Por supuesto a mí me disgustaba, más que el pellizco, la insistencia en que debía purificarme de mis gravísimos pecados que como cualquier otro niño de ocho años, cometía. Yo entendía la intención de mi mamá y su preocupación porque yo amara a Dios y cumpliera con sus mandatos, pues lo hacía por amor. Aunque también por lo que creemos amor, a veces cometemos errores.

Pero, ¿cuándo dejó mi mamá de pellizcarme para obligarme a que me fuera a confesar cada semana? Cuando le dije la verdad. Aunque era niño, me percataba de cosas que llegada la hora, me vi en la necesidad de usar en mi defensa. Le dije enojado después del pellizco: -“Ahora que recuerdo, yo nunca te he visto confesarte, y que yo sepa, tampoco tú eres una santa”-. Mi mamá no contestó nada y no volvió a tocar el tema.

En la actualidad, nuestra iglesia católica atraviesa un periodo más que de ataque, yo diría que de luz y de verdad, y sufriendo las consecuencias que las evidencias traen consigo. Cuando la gente conoce a la verdad, muchas mentiras –a veces no todas- se derrumban. Algo así me pasó con mi mamá, ella trataba de inculcarme el amor de Dios y de cuestionarme si estaba cumpliendo con lo que Dios manda, pero a ella nadie se lo cuestionaba, ojo, yo no la juzgué, ni la deshonre, ni la insulté, ni la injurié... sólo le dije la verdad.
Cada semana por lo menos, es nuestra madre iglesia la que sin cesar nos cuestiona en misa –no en todos los templos-, si realmente amamos a Jesús y guardamos sus mandamientos, y ahora creo que ha llegado la hora de devolverle a ella la misma pregunta. Con todo respeto.

¿Desde cuando la iglesia católica comete tantos errores que hasta ahora salen a la luz? Desde que se convirtió en madre. Sí, creo que pasa lo que comúnmente pasa con muchas madres- no con todas-, con los años se hacen inflexibles con unos hijos y severas con otros, preferentes con los hijos que menos ayudan, marginan a los que son responsables, no aplican los criterios y permisos de los papás por igual, abusan de su autoridad sin dar razones, son necias ante las críticas, etc.

Yo no recuerdo a Jesús mandando a sus discípulos a hacer los deberes de madres con el mundo, creo que más bien quería enviar pastores, pescadores o algo así, creo. Él tenía a su madre y nosotros también ¿por qué haría falta otra madre? Considero que la iglesia que Jesús fundó se atribuyó más bien el papel o la jerarquía de madre sin el consentimiento del mismo Jesús ni de su pueblo. Por eso está recibiendo ahora las consecuencias que sufren muchas madres, por ejemplo, que sus hijos al crecer se dan cuenta de la verdad y de las arbitrariedades y los abusos que con intención o no, han cometido. ¿Cuáles? Como los hijos marginados que ya jóvenes, aman pero ya no obedecen a las órdenes arbitrarias, y que más bien toleran y no se creen todo. Y como los hijos preferidos y consentidos, que se llenaron de vicios por tantos permisos y que se volvieron irrespetuosos, desobligados e ingratos con sus propias madres.

Hoy de manera respetuosa, quisiera devolver ese cuestionamiento semanal que se nos hace a los feligreses en la misa, a nuestra querida pero no perfecta, madre iglesia católica:
¿Tú amas a Jesús?

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”.
Juan 14, 23-24.

1 comentario:

  1. Me dejaste sin palabras!

    Dios te bendiga por compartir este tema de forma tan respetuosa y con tanta razón.

    Yo soy parte de esta iglesia, y aunque mi instinto es de defenderla, a veces se torna dificil, así que empezaré por hacer bien lo que me toca hacer como parte de este cuerpo cuya cabeza es Cristo.

    Un abrazo!

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