sábado, 3 de abril de 2010

EL VERDADERO DÍA DE "AÑO NUEVO"


Me gusta pensar en el Domingo de Resurrección como el verdadero “Día de Año Nuevo”, en el que, contrariamente a la costumbre del 1ero de enero, debiera ser el día en que nos propusiéramos todos aquellos objetivos dentro de esta nueva oportunidad de vida.
Necesitamos hoy más que nunca un renacimiento, todos y cada uno de nosotros, desde el Papa y las más altas autoridades eclesiásticas hasta los católicos (y demás cristianos) esos a los que se les llama “de a pie”, el “pueblo”, las ovejitas pues.
Y es que, después de los últimos acontecimientos turbulentos y oscuros registrados estos últimos días, los más negros dentro de la historia moderna de nuestra iglesia, nos queda claro que necesitamos salir del “sepulcro blanqueado” (elegante y lujosamente ornamentado) en el que nos encontramos, necesitamos dejar ya nuestro anterior cuerpo podrido por nuestras fallas: sexuales, mentales, verbales, de omisión, etc. Hace falta abrir la puerta del sepulcro para que se ventile del mal olor, para que la luz pueda entrar y limpiar e iluminarlo todo; solo siguiendo el rastro hermoso y brillante de la luz podemos encontrar la salida de ésta tumba que nos tiene descomponiéndonos a nosotros mismos, a inocentes, a nuestra iglesia y al mundo entero.
Jesucristo murió para que tuviéramos vida, sólo si tu y yo así lo queremos.
Dejemos atrás la soberbia de creer que estamos “vivos” cuando el hedor y la podredumbre que llevamos sobre nosotros no permite que otros se acerquen a Jesús, al contrario, los alejan y los ponen en su contra.
Jesús sin embargo se compadece de los que estamos “enfermos”, como lo hizo con los leprosos que causaban asco y desprecio a los demás, Él fue el único que les pudo devolver no solo su salud sino su integridad y su dignidad . Reconozcámonos como esos leprosos que necesitan ser sanados por Jesús. Esa salud necesita que sigamos las órdenes y cuidados que el “doctor Jesús” nos indique, todo esto está integrado en una “receta médica” contenida en su Palabra.. Sólo siguiéndolo a Él y haciendo lo que Él, podremos ser sanados y salvos.
Jesucristo nos ofrece hoy (como todos los días) una nueva oportunidad, un nuevo espíritu pero ese espíritu, que ha de permanecer en este mundo tangible hasta su nueva llegada, necesita un “cuerpo nuevo” así como el vino nuevo necesita un odre nuevo.
Ofrezcamos a Jesús este cuerpo ya corrupto y putrefacto (el cuerpo físico, el espiritual y el de la iglesia) para que lo haga nuevo y, poder emprender así junto con él y sus enseñanzas, un nuevo camino hacia la vida y la libertad... ese es el verdadero objetivo de la Resurrección de Jesús.

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