miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA CARNADA PERFECTA

El otro día estaba viendo un programa acerca de la pesca, de las muchas formas de atrapar distintos peces, moluscos o cualquier otro animal acuático ya sea marino, de río, lago, etc.


El conductor de dicho programa hacía énfasis en que uno de los secretos para una pesca exitosa era utilizar la carnada adecuada. Si ibas a pescar por ejemplo, un salmón, la mejor carnada era sin duda un camarón, o un pequeño calamar: de preferencia vivo.

El conductor recomendaba a los pescadores que usaran carnadas reales pues, aunque había ya muchos adelantos tecnológicos que brindaban carnadas falsas de muy buena calidad, lo mejor y que aseguraba una mayor probabilidad de éxito es y seguirá siendo, utilizar carnadas reales... y vivas. Además reprobó algunas técnicas de “pesca” que estaban lejos de serlo, como lanzar dinamita a los lagos o ríos, aturdiendo y matando con su explosión a los peces del alrededor, o emitir descargas eléctricas al agua. Sin duda prácticas muy cómodas y desgraciadamente comunes, que ocasionan daños colaterales a la naturaleza.

Jesucristo nos llama varias veces a lo largo de los evangelios a ser “pescadores” de hombres, es decir, a atraerlos a Él para que lo conozcan y lo sigan (en Mateo 4, 19. por ejemplo). Los que llevamos ya varios años “pescando”, nos damos cuenta que es bastante difícil una pesca buena y abundante, y creo que nuestro fracaso ha sido siempre que no empleamos la carnada perfecta: a Él mismo.

Nosotros como especie, estamos siempre en una continua búsqueda y en una odisea por la felicidad, entonces, cuando vemos algo que se le parece, nos sentimos atraídos y nos acercamos a aquello que nos brinde lo que desesperadamente estamos buscando.

Lamentablemente existe gente que sabe de nuestra necesidad –al fin y al cabo son de nuestra misma especie- y saca ventaja de ello engañándonos con falsas carnadas y atrapando a todos aquellos que creyeron.

Y muchos seguiremos creyendo y cayendo en ellas, mientras nadie nos dé una pista de lo que verdaderamente estamos buscando. Esa pista, esa carnada, es Jesús. Jesús es lo que verdaderamente hemos estado buscando, aunque no lo conozcamos. Afortunadamente muchos de nosotros fuimos “pescados” por una de éstas personas que sabían qué era lo que buscábamos y más importante aún, sabían lo que necesitábamos: a Dios.

Todos aquellos que fuimos sacados de ésta manera de nuestro mar, de nuestro lago, río etc., estamos llamados a seguir haciendo lo mismo, seguir usando la carnada que usaron con nosotros para seguir con la pesca.

El problema está en que, cuando la pesca no es abundante, comenzamos a desesperarnos y dudamos de la eficacia de nuestra carnada. Es aquí cuando, creyendo ser más inteligentes, empezamos a fabricar carnadas “falsas” o empezamos a “aderezar” o “complementar” nuestra carnada. Ahora en vez de “pescar” mostrando a Jesucristo –vivo, con palabras y hechos- ahora regalamos estampitas de santos, rosarios, escapularios, novenas, imágenes de las visiones de monjitas, etc. Y llega el momento en el que, sustituimos por completo nuestra verdadera carnada por fantasías, por ilusiones. Es cierto que, como los peces reales, muchos caen ante el olor, el brillo y el colorido de las falsas carnadas pero, ¿cuántos de ellos perseveran?

Estamos experimentando una crisis de “peces militantes” en nuestra iglesia. Nuestros demás hermanos cristianos sin embargo, parecen atravesar por una época de bonanza. ¿A qué se deberá? A la carnada con la que pescan. Muchos de ellos se han mantenido fieles a seguir proclamando única y exclusivamente a Jesucristo como SU PESCADOR y SU CARNADA, una carnada VIVA con la que han podido encontrar la VERDAD y la VIDA: ergo la FELICIDAD.

Sí, aunque después ésa gente que fue pescada de manera legítima sea engañada y abusada por intereses mezquinos de sus líderes –como también suele pasar en nuestra iglesia católica-. Pero por lo menos tuvieron éxito en la pesca porque lo hicieron como Jesús manda.

Nosotros en cambio, al ver nuestro fracaso, recurrimos a técnicas más violentas y extremas, generando miedo y confusión. Como aquellos pescadores sin escrúpulos que, prefieren arrojar bombas y descargas eléctricas para acabar más rápido y lograr una “pesca” verdaderamente abundante, aunque signifique aniquilarlos. Nos aprovechamos del miedo e ignorancia de la gente, enfatizando nuestros dogmas y doctrinas en el infierno y en la condenación, en vez de dar esperanza a los necesitados. Nos hemos convertido como iglesia en los nuevos fariseos, escribas y sumos sacerdotes. Aquellos que les molestaban los milagros en sábado, imponían cargas que ellos mismos no levaban y que preferían ver a Jesús muerto que vivo.

Ellos fueron “pescados” de ésa manera; muchos de ellos ni siquiera degustaron la carnada perfecta: Jesucristo. Pero hoy nos corresponde romper esa cadena y comenzar una nueva, como la que comenzaron las primeras comunidades.

Por eso estamos más comprometidos aquellos que ya hemos descubierto nuestro error. Es nuestra tarea el mostrar la verdadera técnica de pesca que Jesús nos enseño: pescar con él y como él: con amor, con caridad, brindando esperanza y consuelo, dando salud, liberando, etc.

No todo esta perdido. Aunque lenta, la evangelización, la VERDADERA EVANGELIZACIÓN está en marcha. Innumerables ejemplos de vidas transformadas por Cristo siguen en la pesca, lanzando sus redes las veces que sea necesario y, gracias a ello la salvación de Jesús está presente en el mundo. Son muchos, pero no suficientes. Necesitamos seguir pescando, debemos continuar, pero ahora sí, ¡con la carnada perfecta!

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